Hay temas y personajes inagotables, y esto los escritores lo saben y lo aprovechan, como lo muestra la novela Triángulo Fúser: la despechada, poética y fantasmagórica vida de Ernesto antes del Che (Bogotá, Seix Barral, 2023), del poeta y novelista Ernesto Carrión. Esta novela es una impresionante especulación, corroborada con los datos disponibles, del paso de Ernesto Guevara de la Serna por Guayaquil, en 1953, hace poco más de setenta años. Fueron cuarenta y tres días los que anduvo Guevara por esta ciudad antes de tomar rumbo a Guatemala para ser testigo de la revolución que allá lideraba Jacobo Árbenz.

Lo curioso, según la novela de Carrión, es que Guevara trató de ocultar qué mismo pasó en Guayaquil con los amigos que intimó y frecuentó, pues ni él ni sus biógrafos abundaron en ello, a pesar de que justamente en esta ciudad Guevara cambia radicalmente el curso de su vida al decidir no ir a Venezuela (donde lo esperaba un trabajo promisorio para el médico que él era) y toma el rumbo que, finalmente, lo lleva a la Sierra Maestra cubana a convertirse en un guerrillero. En estas páginas desfilan muchos personajes guayaquileños, abogados, políticos, gente de izquierda y poetas con los que Guevara trabó amistad.

Novela tentacular, héroes escurridizos

Pero las aguas que la novela de Carrión agita no son únicamente las de la biografía del mítico revolucionario, sino sobre todo las que preguntan por el sentido de la revolución socialista y el pedido de dejarlo todo, hasta la vida, a cambio de un prometido bienestar para las minorías oprimidas. El relato de Carrión cuestiona el propósito de aquella militancia –hoy hay quienes dirían ‘las militancias’– centrada, y cerrada, en un único ideal que se da como válido para todos. La militancia simplifica y reduce en exceso el mundo, segmenta la sociedad en planos irreconciliables y plantea la guerra como la solución propicia.

El socialismo, al menos por ahora, es un proyecto que social y políticamente ha fracasado. Esto no niega los avances que la lucha social ha conseguido, precisamente en países no socialistas, para mejorar la justicia, la igualdad y las condiciones de vida. Y en ello hay que seguir trabajando: en construir un país en el que las oportunidades y el respeto a la ley sean para todos sin ninguna distinción. Pero, como proyecto sostenible, aunque haya muchos delirantes que no quieran verlo, hasta ahora ha demostrado tal ineficacia que quienes padecen de esas dictaduras (porque esa es la estructura del sistema socialista) ya no aguantan esas condiciones.

‘Triángulo Fúser’

La complejidad del Che es la del idealismo de la juventud y también un carácter sanguinario, sectario y cruel con el que se erigió en el único juez de las vidas de quienes ordenó fusilar sin más fórmula de juicio que su mero criterio. Felizmente, junto a las narrativas que hacen del Che un santo de los pobres, también contamos con otras que muestran su bajeza individual. Mitificar la figura de una persona contribuye poco a comprender la realidad humana, plagada de ambigüedades y contradicciones. La novela de Carrión nos alerta sobre las pequeñas verdades sustantivas que se contrabandean en las grandes mentiras, incluso en las del Che. (O)