Es imposible no señalar la paradoja de Gabriel García Márquez (1927-2014), uno de los grandes fabuladores literarios de todos los tiempos, que terminó sus días sin recuerdos, afectado por la pérdida de la memoria. Según Rodrigo y Gonzalo García Barcha, sus hijos, el escritor colombiano les dijo: “La memoria es a la vez mi materia prima y mi herramienta. Sin ella, no hay nada”. No es difícil pensar –para quien creó los mundos de Cien años de soledad, Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del cólera o Doce cuentos peregrinos– la “frustración desesperante” que esto le provocó en sus últimos años.

Leer hoy En agosto nos vemos (Bogotá, Random House, 2024), una novela que fue el resultado de los últimos esfuerzos de García Márquez por no dejar de escribir, es conmovedor además por el gesto de sus herederos de salvar un manuscrito que, de acuerdo con la opinión del escritor, debía ser destruido. Este libro se suma, por ejemplo, a una larga lista de libros salvados después de la muerte de sus autores (basta anotar el caso de buena parte de la obra de Franz Kafka, conservada por su amigo y albacea literario Max Brod). Lo interesante es que en esta novela hay literatura, hay imaginación y hay tono narrativo de los buenos.

Gabriel García Márquez es homenajeado en su cumpleaños junto al lanzamiento mundial de su obra póstuma ‘En agosto nos vemos’

En agosto nos vemos: la obra póstuma de Gabriel García Márquez que sale a la luz el día de su cumpleaños

En sus novelas y cuentos, García Márquez inventó inolvidables personajes femeninos, profundos y maravillosos. Ahí están la cándida Eréndira y su abuela desalmada; la esposa del coronel que no tenía quien le escribiera; la matriarca Úrsula Iguarán, la solidaria Pilar Ternera y Remedios la Bella que asciende al cielo; Ángela Vicario y su matrimonio que fracasa en la noche de bodas; Fermina Daza en sus gozosos días otoñales; Sierva María de Todos los Ángeles en su tumba y su cabellera de veintidós metros de un color de cobre intenso; Nena Daconte, a quien en su viaje de luna de miel no le para de sangrar un dedo.

A esta galería ahora se suma Ana Magdalena Bach, protagonista de En agosto nos vemos, quien, a los cuarenta y seis años de edad y veintisiete de bien casada, descubre rutas desconocidas por las que la lleva su deseo y sus ganas de sentirse viva. Todo es aparentemente normal y feliz en la vida de Ana Magdalena hasta que, sin previo aviso, lejos de casa, ocurre un suceso que le ofrecerá una oportunidad de interrogarse sobre sí misma, su madre muerta, su marido, su hijo músico y su hija monja. De pronto, el universo se transforma y la novela indaga sobre el sentido de los encuentros azarosos que hacen tambalear nuestras rutinas gastadas.

En un momento en que nuestras sociedades buscan la corrección política al regular con leyes los comportamientos entre hombres y mujeres, En agosto nos vemos indaga por la necesidad de centrar los cambios en uno mismo y por asumir responsablemente las decisiones que tomamos, que no deben ser culpadas a la cultura patriarcal o a los otros y que, como todo en la vida, se dan en medio de misterios y malentendidos, alegres sobresaltos y penas duraderas. ¿Puede conocer una mujer enteramente al hombre con quien acaba de bailar? La señora Bach invita a seguirla en sus viajes para continuar asombrándonos por lo ignoto de las relaciones humanas. (O)