Desde que el Ecuador retornó a la democracia en 1979, el Parlamento (como congresos o asambleas) ha sido un escenario de escándalos derivados de pactos, componendas y compras de conciencia; y ha experimentado una constante evolución en prácticas corruptas que pasaron de los diezmos y repartos de cargos públicos a casos de delincuencia organizada vinculados con el narcotráfico.