El Bosque Protector Cerro Blanco, un manto verde que incluye especies endémicas y que es uno de los últimos pulmones que le quedan a Guayaquil, enfrenta una amenaza que bien podría acabar con gran parte de la biodiversidad que aún sobrevive en esta área protegida privada.

Al crecimiento de la mancha urbana de la ciudad se suma la necesidad de construir una autopista que facilite el acceso al futuro aeropuerto de Guayaquil planificado en la zona de Daular, hacia el suroeste del cantón.

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Una de las opciones planteadas por la Autoridad Aeroportuaria de Guayaquil, entidad encargada de esta vía, es la de una autopista de 13 km que incluye un túnel de 3 km que atraviese el subsuelo de la reserva (300 metros por debajo de la cima) sin tocar la superficie.

La Fundación para la Conservación e Investigación Japu plantea una nueva opción que implica aprovechar la infraestructura existente de la vía a la costa, la misma que dividió al ecosistema del manglar del bosque seco que alberga Cerro Blanco.

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La idea, dice el presidente de Japu, Cristian Barros, es construir un viaducto (vía elevada rápida) ecológico sobre el tramo actual de la vía a la costa de seis carriles, que bordearía el área protegida de Cerro Blanco.

Este empezaría en el km 7 y culminaría en el km 19 de la vía a la costa. “Esta propuesta la trabajamos con ingenieros civiles especialistas en el tema. El valor por kilómetro sería entre cinco y diez millones de dólares, lo que da un valor total de $ 60 millones a $ 120 millones ya que sería de 12 km de largo”, dice Barros, biólogo máster en sostenibilidad y planificación de la conservación.

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Un ocelote (Leopardus pardalis) cuando deambulaba dentro de Cerro Blanco. Foto: TOMADA DE VIDEO DE JAPU

Con pilares de jardinería vertical, cobertura y techos ecológicos que protejan a la fauna voladora como aves y murciélagos, que migran entre el bosque seco y el manglar para evitar que colisionen, la inversión total sería de $ 150 millones a $ 200 millones.

No solo sería un viaducto gris a lo largo de la vía a la costa, sino uno verde, ecológico, haciendo que Guayaquil tenga una obra emblemática”, agrega Barros.

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Al desarrollar esta alternativa se protege además Cerro Azul y el Bosque Prosperina, áreas protegidas que limitan con Cerro Blanco y las zonas urbanas de Guayaquil, las que no serían intervenidas ya que los accesos se harían en las zonas viales actuales, asegura Barros.

El Bosque Protector Cerro Blanco tiene 6.078 hectáreas y es administrado por la Fundación Probosque.

El viaducto sobre la infraestructura ya urbanizada va de la mano del planteamiento de crear un corredor ecológico interconectando a las áreas protegidas de la cordillera Chongón Colonche, es decir, mantener una conexión entre Cerro Blanco con Cerro Azul y Prosperina.

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Hay ejemplos de viaductos cuyos pilares están cubiertos de jardinería vertical, como el ubicado en Ciudad de México, capital del país con el mismo nombre.

“Creemos que el viaducto ecológico es la opción que menor impacto ambiental generaría porque se trabaja sobre un lugar que ya fue impactado y que puede ser mejorado, como es la vía a la costa. También, la obra sería vistosa a nivel internacional porque bordearía montañas, es algo que se debe comenzar a plantear acá en Ecuador”, indica Barros.

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La consultora y asesora de Japu, Nancy Hilgert, afirma que se debe valorar su factibilidad económica, pero ecológicamente sería la mejor opción porque no se estaría invadiendo Cerro Blanco, ni perforando en el caso de que se ejecute la opción del túnel.

Hay un viaducto de 30 km para acceder al aeropuerto de Narita, en Tokio (capital japonesa), que costó 300 millones de dólares hace una década, financiado con un préstamo del Banco Mundial.

En el caso del planteado para la vía a la costa, debería incluir un túnel antisonido que proteja las rutas migratorias de las aves y murciélagos que van del bosque seco al manglar, asegura la especialista. “El ruido de una carretera elevada va a ser terrible para las aves”.

Un venado de cola blanca captado en el Bosque Protector Cerro Blanco. Foto: TOMADA DE VIDEO DE JAPU

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Uno de los inconvenientes sería el alto costo de toda esta infraestructura. “A más del sonido está el hierro especial y del pilotaje que se debe hacer porque en la zona hay manglar, que es un terreno que se mueve. Se necesita que un ingeniero calculista estructural diga cuántos metros de profundidad se van a necesitar para los pilotes”, dice Hilgert, quien también es presidenta de la Fundación Aves y Conservación.

Hilgert participó del diseño del Parque Histórico ubicado en la vía a Samborondón: “Para esa caminería primero dijeron que se necesitaban tres metros (de profundidad para el pilotaje), pero tras la realización de los estudios se cambió a seis metros de profundidad para una caminera que recibe muy poco peso, porque el tipo de suelo es uno movedizo”.

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La altura del viaducto dependería de estudios ecológicos puntuales sobre las migraciones de las aves, las rutas que usan, la altura a la que van y los puntos específicos que utilizan.

“Tiene que ser cubierto con una señalización para que las especies de aves lo noten y varíen sus rutas antes de estrellarse, deben aprender a hacerlo. En los lugares donde se ha puesto vidrio donde antes había una planta se siguen estrellando por generaciones los colibríes”, indica Hilgert.

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Las cámaras trampa instaladas como parte de un estudio de Japu captaron especies como un venado en el Bosque Protector Cerro Blanco. Foto: CORTESÍA Centro de Investigación BioS

El Bosque Protector Cerro Blanco (BPCB) es uno de los últimos reductos de Guayaquil y de esta zona del Ecuador para conservar especies de fauna y flora del bosque seco que son representativas del país y endémicas, es decir, solo existen en el ecosistema que alberga, como la lora amazona lilacina conocida como lora frentirroja ecuatoriana o el gavilán dorsigrís (Leucopternis occidentalis).

“Tiene como 30 especies endémicas de aves, mamíferos, reptiles, es un sitio muy rico. Algunos lo consideran la Amazonía de la Costa por lo que representa para el bosque seco ecuatorial, es el Galápagos de la Costa”.

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Por el nivel de endemismo y al ser uno de los últimos remanentes del ecosistema del bosque seco que queda en Ecuador, es comparado con el Parque Nacional Yasuní, que se extiende entre las provincias de Orellana y Pastaza, en la Amazonía ecuatoriana.

El BPCB tiene una conexión con la Reserva de Producción de Fauna Manglares El Salado. “Juntos forman una alianza de biodiversidad única en el golfo de Guayaquil, solo que no son tan famosos”, asegura Hilgert. (I)

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