Tiempista para salir al anticipo y ganar, veloz, bueno de aire, muy fuerte en el mano a mano por intuición de marca y vigor físico, un prodigio mentalmente y con la condición más importante en un defensa: la determinación. Para jugarse en un rechazo, para una salvada sobre la línea, para poner la pierna en una situación extrema. Ese cúmulo de virtudes llevaron a Pau Cubarsí, a los 16 años, al primer equipo del FC Barcelona. No solo eso, llegó y no salió más, se adueñó del puesto. Íñigo Martínez, Andreas Christensen, Jules Koundé y hasta el imponente Ronald Araújo pasaron a segundo plano. Todos los ojos apuntan al joven zaguero catalán. Ha pasado que un chico de incluso 15 añitos debute en Primera División, caso Pelé, Maradona, el Kun Agüero. Pero como delanteros, no de central, un lugar que exige máxima seriedad, concentración, responsabilidad. Y no fallar.

Con un agregado: apropiarse de un lugar a los 16 años en el Barcelona es una proeza. Sobre todo, viniendo de inferiores frente a futbolistas que costaron millones. Cubarsí ya es titular -lleva trece partidos desde su aparición-, se estrenó en Champions League ante el Napoli borrando al nigeriano Osimhen, una pantera atléticamente. Ganó el Barça 3-1 y Cubarsí recibió un 9 de Sport: “Brutal. Se acaban los adjetivos para el canterano y eso que apenas era su debut en la Champions League. ¡Qué jugadorazo! Impresionante cómo fue al corte, cómo le amargó la vida a Osimhen y cómo ve el fútbol, como en un pase en profundidad a Fermín”. Sí, además de sus notables recursos defensivos, el azulgrana sale del fondo con pases magistrales de largo recorrido iniciando avances. No pelotazos, pases colocados. Tiene buena pegada. Estaba señalado como una de las joyas de La Masia y lo ha confirmado al llegar a Primera. Luis de la Fuente acaba de convocarlo a la selección española para los juegos ante Colombia y Brasil el 22 y el 26. Sin dudas, hay aroma a surgimiento de un supercrack. Desde luego, deberá luchar contra la maquinaria mediática madridista, que algo le inventará para demeritarlo. No puede un fenómeno ser del Barcelona. No debe.

El alumbramiento del barcelonés se une a otra irrupción fantástica: la de Conor Bradley, lateral o carrilero derecho del Liverpool. Norirlandés, 20 años, un flaquito rubísimo con cara de colegial y una energía desbordante. En verdad, Conor ya había disputado un partido en 2021, pero es ahora, con la larga lesión de Alexander Arnold, cuando tuvo la ocasión de manifestarse. Jugó dos partidos sensacionales ante el Chelsea (4-1 y 1-0). El primero de ellos era su segunda titularidad, marcó un gol y dio dos asistencias. “Ha nacido una estrella”, tituló el Daily Mail sobre Conor, ovacionado por el público al ser sustituido. Posee un carácter fabuloso, por lo que, cuando vuelva Arnold, el juvenil puede jugar como interior. Marca con fiereza, lleva bien el balón y lo circula con precisión. No obstante, sobresale por la garra, el empuje. De esos jugadores para quince o dieciocho años en Primera. Llegó a las formativas de los Reds por una beca, ya deben estar ofreciéndole, mínimo, seis años de contrato. Lastimosamente, a nivel selección no lo veremos seguido, Irlanda del Norte no clasifica a un Mundial 2022 desde hace 40 años. Y una sola vez fue a la Eurocopa. Pero Bradley ya suma doce internacionales con la camiseta verde.

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Hablamos de jóvenes de 20, 21 años para abajo. Mbappé tiene 25 y Haaland está al borde de los 24. Otra perla es Florian Witz, 20 calendarios, joya del Bayer Leverkusen invicto y sensación de Europa. Un 10 clásico, armador nato. No parece alemán; de juego desenfadado, hábil, atrevido. Pasador genial, en lo poco que lleva como profesional suma 46 asistencias. Tiene el mapa de la cancha en la cabeza y parece saber la ubicación de cada compañero antes de recibir el balón. Talento enorme. Transfermarkt lo cotiza en 100 millones de euros, sin embargo, tiene contrato con el Leverkusen hasta 2027 y en ese lapso puede valuarse mucho más. No sobra este tipo de elemento que quiebra defensas con un pase, un toque, un enganche. Esta temporada lleva 11 goles y 17 asistencias cuando aún falta mucho carretel. La Eurocopa, que se jugará en junio/julio en Alemania, puede ser su consagración mundial. Habrá que ver si congenia en el campo con Jamal Musiala, el fenómeno del Bayern Munich que ya parece un veterano pues transita su quinta temporada en la división superior, aunque acaba de cumplir los 21. Crack-crack. Talento, gambeta, gol, pase-gol. Es titular hace tiempo. Y con una camiseta muy pesada. Si se llevan bien futbolísticamente con Wirtz (y si el técnico se anima a ponerlos a los dos), Alemania tendrá un futuro venturoso.

Quien deslumbra por su elegancia -unida a su contundencia- es Cole Palmer (21), el finísimo volante ofensivo por el cual el Chelsea pagó 47 millones de euros al Manchester City. El mejor fichaje entre tantos disparates cometidos por la dirigencia de Stamford Bridge. En un barco cercano al hundimiento como el Chelsea, Palmer brilló toda la temporada, como haciendo caso omiso a las desventuras del colectivo, con 14 goles y 12 asistencias, pero sobre todo con una exquisitez de movimientos y una zurda picante en el golpeo de balón. La asistencia de taco para el 3-2 del Chelsea sobre el Leicester lo define como jugador. Toda la estampa de la estrella. El City lamentó su partida, pero Cole quería jugar más y decidió irse. Y Guardiola tiene una regla inflexible: jugador que quiere partir, abrirle la puerta.

Lamine Yamal, catalán, aún con 16 años, suma 39 partidos y 6 goles con el Barcelona y 2 juegos y un tanto con la selección española. Es un calco de Messi, zurdo por derecha, habilísimo, gambeteador, de buena pegada, puede elaborar la maniobra o culminarla. O ambas. Ya está totalmente asentado en Primera, con la confianza de Xavi. Tiene un pincel en el pie. Un detalle lo califica, siendo apenas un niño, todo el equipo lo busca en cada acción para que inicie los ataques. De Jong, Lewandowski, Gundogan abren a la derecha para Lamine porque saben que hará algo importante para el equipo. La expulsión y posterior sanción de Raphinha en la primera jornada de la Liga precipitaron su irrupción. Entró y ahí sigue, intocable, siete meses después. Que chicos tan jóvenes puedan resistir la presión de clubes planetarios habla su personalidad. Ya dejó la categoría de promesa y aún no cumplió 17.

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Hay más. Alejandro Garnacho, el español que por madre argentina juega para la Albiceleste. Es la máxima esperanza del Manchester United. Le falta aprender a jugar, o sea, a hacer pausas, a tocar más, a decidir mejor. No obstante, es un potro indomable, con un ímpetu colosal, encara contra todos. Tanta fe se tiene que levanta a las tribunas. Es técnico, veloz y arremete, como le gusta al público inglés. Debe evolucionar, pero tiene madera de grande. En el choque de ayer United-Liverpool hubo veinte minutos en que Bradley marcó a Garnacho. Una maravilla. Dos guapos de esquina toreándose.

Hemos nombrado un puñado de nuevos ídolos, y ninguno sudamericano. ¿Y acá qué…? Algunos nombres que se inscriben en el puede ser. Diego Gómez, el volante paraguayo de 20 años, interesantísimo; Kendry Páez, promisoria figura de Ecuador de 16 años, acaso Claudio Echeverri, el 10 de River ya traspasado al Manchester City. Endrick y Vítor Roque, los dos centrodelanteros, uno del Palmeiras, otro del Barça. Tienen pasta, les falta rodaje. (O)