Difícilmente defrauden. Son los últimos dos campeones de Champions. Y los mejores equipos del mundo. Uno por sus estrellas (el Real Madrid), el otro por el juego que promueve su entrenador (el Manchester City). Era “el” desafío. Y, como se esperaba, compusieron un choque espectacular: Real Madrid 3 - Manchester City 3. Ganaba el City, se lo dio vuelta el Madrid, volvía a estar adelante el equipo celeste, empató el blanco. Y se fueron medio satisfechos los dos. Uno porque logró no perder cuando ya estaba dorándose al fuego (el de Ancelotti), el otro porque sacó un empate de visita (el de Guardiola).

Vinicius, Bellingham, Rodrygo, Kroos, Modric, Rudiger, Valverde, Alaba, Courtois… Sin duda, el equipo de las estrellas es el Madrid. El City es el de la posesión y del funcionamiento. Su arma mortal es la forma de jugar, no las individualidades. Estrellas tiene un par, De Bruyne y Rodri. Dos más que sin llegar a ese rótulo andan muy bien, Bernardo Silva y Foden.

Y Haaland… Pero Haaland con gol. Sin gol es como un obrero portuario o un portero de discoteca. No es que le falte inteligencia ni actitud, sí algo más de técnica. Y ahora está sin gol. “Haaland agota la paciencia” y “Haaland fantasma”, titula Pablo Montaño, corresponsal del diario AS en Inglaterra. Aunque lleva 37 anotaciones en la temporada, la otra crítica que enfrenta es que la mayoría de sus tantos son a equipos chicos y que en los partidos importantes no aparece. Ni en la Premier ni en Champions. Lo están salvando los volantes. De Bruyne, Bernardo Silva, Foden se anotan seguido en la red y disimulan la húmeda pólvora del noruego. A propósito, tampoco en Noruega están muy felices con el Androide. Quedaron fuera del último Mundial y de la Eurocopa que viene con el gigante en sus filas. El 30 de octubre el mundo se escandalizó porque Haaland no recibió el Balón de Oro. Cinco meses después, su nivel inquieta y lleva a pensar que el fútbol es algo más que goles, también es juego.

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Erling hizo un gol en sus últimos 7 partidos (al Crystal Palace). “El problema no es que no marque, sino que pasa completamente desapercibido”, dice el diario AS. En las calificaciones del periódico madridista (del uno al cinco) Haaland directamente no recibió puntaje, lo que equivale a cero. No obstante, vale puntualizar que es difícil zafar de una marca como la de Rudiger, sin duda antirreglamentaria, sujetándolo con ambos brazos en todo momento. Pero el grandote no supo moverse, se entregó mansamente. Tal vez pueda desquitarse el miércoles próximo. Es joven, seguimos teniéndole fe.

El jugador más valioso del mundo según Transfermarkt, Jude Bellingham -valuado en 180 millones de euros- fue el otro fantasma de la noche (pero eso AS no lo puede decir). No anotó, no asistió, no generó juego y perdió los duelos individuales. Un partido malo todo jugador lo tiene, no obstante, llamó la atención que le salió todo mal en un choque donde se juega tanto: es llegar a la semifinal de Champions o volverse a casa. El madridismo ya ha decretado que le tienen que dar casi por obligación el Balón de Oro 2024, pero una actuación así frena las ínfulas. “Lo de Bellingham ha sido muy decepcionante”, escribió Álvaro Benito, analista ultramadridista. En verdad, lo fue. Quiso encimar a Rodri para anularlo, pero el español, el mejor mediocentro del mundo junto a Alexis Mac Allister, hizo caso omiso de su presencia y jugó como siempre: muy bien. Un punto le otorgó AS a Jude, que también podría tomarse revancha la próxima semana en Manchester.

“Irrita jugar contra el City”, declaró con sinceridad Rodrygo, un delantero cada vez más peligroso y más asentado en el Madrid (no tanto en Brasil). Seguro, exaspera porque domina todo el tiempo y a nadie le gusta jugar sin pelota. En esta ocasión, en el Bernabéu, la posesión fue 62% para el City y 38% para el Madrid. No obstante, el desarrollo fue parejo y el empate luce justo.

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Sin embargo, el City dio algunas ventajas. Después de cinco meses de inactividad, ya estaba totalmente en ritmo su jugador diferencial, Kevin De Bruyne. El domingo había hecho un partido fantástico ante el Crystal, con dos goles y una asistencia. Y se lo vio otra vez como un tractor en el ida y vuelta. Era fijo en la alineación en Madrid, pero al llegar al estadio se sintió mal, tuvo vómitos y no pudo estar. Lo reemplazó Kovacic. Y Kovacic no es De Bruyne. También le faltaron los laterales titulares: Walker y Aké. Aunque lo que más lamentó el City fue que tiene programados 7 partidos en 21 días, pues está en la final de la Copa Inglesa (20 de abril versus Chelsea), los dos enfrentamientos con el Madrid y 4 fechas de Premier League entre medio, donde no puede aflojar porque va cabeza a cabeza con el Liverpool y el Arsenal. Y tiene un plantel muy reducido, insólito para un club de este porte. ¿La razón…? sucede que está acosado por la UEFA y la Premier League por el fair play financiero y ya no ficha por decenas de millones como años atrás. Hay una moderación estudiada para tratar de no estimular más las investigaciones que se le hacen y que podrían acarrearle una sanción grave.

También tuvo una dosis de fortuna el Madrid en sus primeros de goles ya que eran dos tiritos fáciles para el español Ortega Moreno, pero tocaron el primero en Ruben Días y el segundo en Akanji y cambiaron la dirección, desconcertando al arquero. Los demás fueron golazos, tanto de Foden como de Akanji y Federico Valverde, todos bombazos de media distancia. Espectaculares. Y el primero, un error imperdonable del arquero del Madrid, el ucraniano Lunin, que ordenó una barrera de un solo jugador (Vinicius) y regaló cuatro metros de palo. Fue a esperar el centro al segundo poste, en cambio Bernardo Silva, astuto, le pegó al ras al primer palo, donde no había nadie. Fue el 1-0. La llave está abierta, porque el Real Madrid nunca está vencido, aunque lo parezca. Pero en Manchester y con De Bruyne en cancha, se le puede complicar un poco más. También volvería Walker, especialista, por su vigor físico, en neutralizar a extremos bravos como Vinicius y Mbappé.

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Los demás encuentros de cuartos fueron tan o más atractivos. Arsenal 2 - Bayern Munich 2, Atlético de Madrid 2 - Borussia Dortmund 1 y PSG 2 - Barcelona 3. En total, 18 goles en 4 partidos, a una media de 4,5 por juego, impresionante. Mérito doble por estar ya en instancias finales, cuando históricamente los contendientes se cuidan más porque hay mucha gloria y harto dinero de por medio. Como dijimos al inicio, en este nivel difícilmente defrauden.

Hay una corriente de opinión que dice que en la Premier League y en la Champions se ven partidos trepidantes y muchos goles “porque no se marca”. No coincidimos. Se marca, pero igual llueven goles por la intensidad con que se juega, por la velocidad, que desequilibra, y por la movilidad de los futbolistas. Nadie está quieto nunca, esto es la sorpresa, un concepto que el Bambino Veira repetía ya en 1985: “En tres cuartos de cancha es imprescindible el cambio de ritmo para generar sorpresa, sino es difícil meter goles”. Todos sabemos que hay que marcar (Guardiola, Klopp, Xabi Alonso, Ancelotti, Arteta, Xavi, Simeone, Tuchel lo saben). Marcar es defender, y quien no defiende o defiende mal en fútbol, pierde. No tiene otra alternativa. Pero es tal la vivacidad de las maniobras que igual se producen cantidades de situaciones de gol.

El que quiere partidos de 0 a 0 que se meta en el túnel del tiempo. (O)