En lo cotidiano, esperamos que el taxi llegue a la hora que prometió; deseamos que las reglas sean estables, que recibamos los servicios por los que pagamos y que lo que nos ofrecen se cumpla. Es decir, cada día tenemos hipótesis de cómo son las personas e instituciones con las que nos relacionamos y esas hipótesis deben ser positivas; porque eso permite cohesionarnos socialmente, mantenernos productivos y disfrutar de salud mental.

En el año 2022, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó el informe titulado “Confianza: la clave de la cohesión social y el crecimiento en América Latina y el Caribe”, elaborado por Philip Keefer y Carlos Scartascini. En dicho documento se afirma que no debatimos sobre “la confianza” y que América Latina es la región con menor tasa de confianza; así, menos de tres por cada diez latinoamericanos confían en su Gobierno.

Publicación valiosa para el empresariado

Philip Keefer y Carlos Scartascini advierten que sin confianza los ciudadanos serán más reacios a obedecer normas cívicas, porque tienden a sospechar que las acciones generadas por las instituciones no producen el bienestar que predican. La falta de confianza impedirá que las personas se asocien para la construcción de productos, empresas o simples acciones de apoyo.

¿Qué consecuencias trae la desconfianza? Para la psicología, la desconfianza es una enorme barrera para el intercambio emocional. Además, las personas desconfiadas tienen mayor nivel de sufrimiento porque realizan un sobreanálisis de todo lo que les rodea, están en constante alerta y viven en terror.

Si quienes ejercen el poder lucran de él, hacen mucho daño, rompen estructuras e impiden el desarrollo de un país.

Cuando no existe confianza en una empresa o institución surgen los “silencios organizacionales”. En este caso, el detonante de la desconfianza son los tratos injustos. Así, cuando la desconfianza se generaliza los miembros de un grupo tienden a ocultarlos e incluso desarrollan una actitud de aparente sumisión o en algunos casos tienden a marginarse de actividades.

Otra forma de manifestar la desconfianza es la rabia; pero, debido a que los entornos laborales son represivos con las formas de expresión, la rabia se convierte en falta de participación. Así, si alguien no está en las actividades sociales de su institución, debe prestar atención, porque posiblemente sea una respuesta a la percepción de injusticia y un mecanismo de protección para la autoestima.

Promoción de inversiones y empleo: para no bajar los brazos

Ya que en América Latina la confianza está destruida, debemos pensar en cómo reparar la confianza. Y eso debe partir desde nuestro círculo íntimo, luego en los barrios y las ciudades. Para ello, se sugiere expresar abiertamente los pensamientos y expectativas, aclarar las condiciones en las cuales se establecen los acuerdos, mantener las palabras y educarnos para promover la verdad.

Reparar la confianza en las instancias políticas es más complicado, pues los estudios muestran que la confianza política se asocia a la percepción del sistema político. Si quienes ejercen el poder lucran de él, hacen mucho daño, rompen estructuras e impiden el desarrollo de un país. Así, reconstruir la confianza es urgente para que la economía se restablezca, la salud mental vuelva y la gente se organice en pro de la paz. (O)