Es normal, dicen analistas consultados por este Diario, que tras una derrota electoral se produzcan reclamos, pugnas y hasta deserciones en las agrupaciones políticas, lo cual no significa necesariamente que estas vayan a debilitarse o incluso extinguirse. Es lo que ha ocurrido en las filas del correísmo en la última semana.

El domingo 15 de octubre del 2023, la aspirante del movimiento Revolución Ciudadana (RC), lista 5, Luisa González, perdió en la segunda vuelta frente a Daniel Noboa, de la alianza ADN, listas 4-35. Ella alcanzó el 48,17 % de votos versus el 51,83 % del ahora presidente electo.

Publicidad

Y al evaluar los porqués de ese resultado adverso, la asambleísta electa Pierina Correa lanzó sus dardos contra aquellos que son, a la vez, dirigentes y autoridades de elección popular, y que no hacen bien ni lo uno ni lo otro, y no habrían trabajado más por la candidatura presidencial. No dio nombres, pero a los pocos días, Marcela Aguiñaga, prefecta del Guayas y a la vez presidenta nacional de la RC, renunció a su posición directiva en el movimiento alegando “calumnias e infamias”; y, de paso, se ha hablado de un posible desgrane del bloque de legisladores que se vería días antes de la instalación de la Asamblea Nacional, en noviembre próximo, a causa de rencillas personales.

Pero tanto el exlegislador y politólogo César Montúfar como el sociólogo y académico Simón Pachano consideran que seguramente superarán estos desencuentros -o al menos los ocultarán- porque deben actuar unidos para la campaña presidencial del 2025, que arrancó la misma noche en que González aceptó su derrota.

“Aquí vamos a estar para ustedes siempre porque este es un proyecto político, un proyecto de país que busca mejores días para los ecuatorianos”, exclamó ella en el escenario montado en uno de los salones del hotel Quito, donde la militancia esperó los resultado electorales.

Montúfar señala que, de cara al 2025, el correísmo enfrenta un gran desafío: tratar de rehabilitar electoralmente a su líder, el expresidente Rafael Correa, de tal manera que sea él la carta política que le permita ganar. Porque, según Pachano, está claro que, sin él, no pueden hacerlo.

Publicidad

“Sin Correa el correísmo desaparecería. Se quedaría como Alianza PAIS, que existe, pero como una carcasa; con ese partido ahora ganó Noboa, paradójicamente”, dice Montúfar.

El borrego, el ‘ya lo hicimos’, la hierba Luisa, la jovialidad y el discurso por la mujer no le alcanzaron a Luisa González para convertirse en la primera presidenta electa del Ecuador

Correa está sentenciado a ocho años de prisión por cohecho agravado en el caso Sobornos 2012-2016; él reside en Bélgica, pero viaja frecuentemente a otros países para dar conferencias y participar en reuniones políticas. Por efectos de dicha condena, el exmandatario perdió sus derechos políticos, además de que si retorna al país será encarcelado.

Ambos analistas coinciden en que la figura de Correa es, a la vez, su fortaleza y su “tapón”, en el sentido de que el expresidente tiene un fuerte liderazgo que aglutina a muchos ciudadanos, pero a la vez genera el rechazo de otros más. Esto ha causado un gran polarización.

“Hay tres sectores: el correísmo, el anticorreísmo y uno que no es ni lo uno ni lo otro. Mucha gente habla de que el triunfo de Noboa es resultado de la expresión de ese tercer grupo, recordemos que él hizo una campaña sin peleas. O sea que estamos en un proceso de despolarización del país. Y si el país se despolariza, el correísmo tiene más posibilidades de triunfar porque habría más personas que ya no votarán en contra de él y ampliará su espacio de penetración en sectores no polarizados”, señala Montúfar.

En la búsqueda del retorno de su líder, los correístas usarán todas las herramientas que tengan a mano: su mayoría en la Asamblea Nacional (tienen 52 legisladores), que posiblemente se acercará nuevamente al Partido Social Cristiano (PSC); la creación de una Comisión de la Verdad que investigue lo que ellos llaman lawfare (persecución judicial); y hasta la presentación de recursos judiciales local e internacionalmente que echen abajo la sentencia del caso Sobornos 2012-2016.

Desde la Revolución Ciudadana, el parlamentario andino Virgilio Hernández señala que la votación que obtuvo su aspirante presidencial le genera una gran responsabilidad al movimiento. “Tuvimos el 48 % de la fuerza electoral, superando las votaciones presidenciales del 2021, las seccionales del 2023 y ahora estas. “Supuestamente nuestro techo era del 30 %, pero llegamos al 48 %, esto muestra que la RC no solo tiene un voto duro, sino que puede concitar la unidad del conjunto del país”, explica.

Atribuye el fracaso electoral a algunos factores externos al movimiento, como “la judicialización de nuestra actividad” que genera incertidumbre en los electores; “fueron capaces de llegar a crímenes tan horrendos como el de Fernando Villavicencio y luego el de sus sicarios involucrados”; el empobrecimiento de la población que hace que busque rostros aparentemente nuevos; y “la campaña de desprestigio muy fuerte de los diferentes grupos de poder, incluidos los medios, hacia el correísmo”.

Respecto de los errores internos, dice que la dirigencia aún no se ha reunido para analizar los resultados electorales, porque están esperando el cierre de los escrutinios y han encargado varios estudios.

Hernández aclara que las opiniones de Pierina Correa sobre el desempeño de algunos dirigentes de la RC son personales y no reflejan el criterio del buró nacional, al que ella por cierto no pertenece.

¿La figura de Rafael Correa suma o resta para sus candidatos en segunda vuelta? Luisa González perdió la Presidencia aunque lideró los resultados en primera vuelta

Y afirma que no hay rupturas internas y que es natural que en partidos tan grandes surjan criterios de este tipo que solamente expresan “contradicciones personales” posiblemente anteriores a las elecciones. En sus redes sociales, el hashtag de moda es “#Masunidosquenunca”.

El dirigente señala al menos cinco frentes en los que trabajará el movimiento para consolidarse para los comicios presidenciales del 2025.

Primero, la Asamblea Nacional: “Somos la principal mayoría o minoría, como lo quieran ver, en la Asamblea. Ni antes ni ahora hemos tenido una posición intransigente o necia, siempre estará fundamentada en el interés del país, y estamos abiertos a darle gobernabilidad al nuevo presidente y vigilantes de que no se afecten los derechos de los ciudadanos y que cumpla sus promesas”.

Segundo, los gobiernos locales: “La gestión que se haga en las nueve prefecturas y los 50 municipios es fundamental porque es ahí donde, más allá de lo que decimos, se concreta el proyecto político, ese es nuestro sello, nuestra esencia”.

Tercero, el fortalecimiento organizacional, territorial y financiero del movimiento de la RC.

Cuarto, ampliar el trabajo y las relaciones con los sectores sociales.

Y quinto, que “prevalezca la justicia” en los procesos legales abiertos y con sentencias en firme contra Rafael Correa y otros altos dirigentes de la agrupación. “Rafael Correa ha dicho que él no espera que exista una forma no judicial para solucionar sus temas, sino que la justicia pueda actuar con apego a la Constitución y a la Ley. Poco a poco se irá viendo, ahora hay cortes a nivel internacional que nos van dando la razón, (la nulidad de) los casos Singue y de los helicópteros Dhruv...”, explicó.

En este punto, Hernández no descarta insistir en la creación de la Comisión de la Verdad que incluso constaba en el plan de gobierno de González. “Nuestra lucha por la verdad es permanente y recoge el derecho del país a, efectivamente, conocer lo que pasó, más cuando hay acciones como las de la Corte Constitucional que intentan, por todos los medios, tapar lo que sucedió durante el trujillato”.

¿Pero quién podría ser el candidato en los próximos comicios?

Luisa González, Jorge Glas y Marcela Aguiñaga son algunas de las figuras consideradas por los dirigentes de la RC como posibles aspirantes a la Presidencia de la República en el 2025. La foto es de la última asamblea del partido en Manabí. Foto de Archivo Foto: EFE

Virgilio Hernández señala que dentro del partido hay muchas figuras que podrían ser presidenciables por el correísmo, nombres que se darán a conocer “de manera oportuna”.

Aunque dice que no se puede desconocer el trabajo destacado que hizo Luisa González en la campaña electoral y que por eso su nombre ha sido nominado en el buró nacional de la Revolución Ciudadana, cuyo presidente honorífico es Rafael Correa, como reemplazo de Marcela Aguiñaga en la presidencia nacional, lo que será resuelto finalmente por la convención nacional que se realizaría en noviembre próximo.

Aparte de González, fuentes cercanas al movimiento hablan del comunicador Abraham Verduga, quien es hermano del vocal del Consejo de Participación Ciudadana Augusto Verduga, de la misma Marcela Aguiñaga, aunque más útil podría serles en la Prefectura; y hasta el alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez, pese a que él no es adherente del movimiento, sino amigo personal del expresidente Correa.

En noviembre sería la convención de la Revolución Ciudadana para elegir a su nueva directiva

Incluso se menciona al exvicepresidente Jorge Glas, aunque él -al igual que Correa- está sentenciado a ocho años de prisión en el caso Sobornos 2012-2016. Él tuvo una activa participación en los últimos comicios porque fue gerente de la campaña de Luisa.

También se menciona al empresario Carlos Rabascall, quien fue candidato a la Vicepresidencia por el correísmo en el 2021 (en binomio con Andrés Arauz). Al día siguiente de la segunda vuelta, él reiteró su intención de correr en los comicios presidenciales del 2023 así no sea bajo el paraguas de la RC.

El analista Simón Pachano considera que ni González ni Rabascall serían las opciones de la RC. La primera, porque “no logró posicionarse bien”; y el otro, porque no es un cuadro que le agrade mucho a Rafael Correa, porque “tiene vuelo propio” y “no se sujetará a sus mandatos”.

Agrega que, más bien, el correísmo tendría que preocuparse por mantener unida a su militancia para que no surja desde su propia entraña una figura que se vaya y sea “peligrosa” para sus aspiraciones.

Según el exlegislador César Montúfar, a Correa no le conviene que en su movimiento surja algún liderazgo que lo opaque. O peor, que lo traicione, como ya ocurrió con Lenín Moreno. Por eso designa candidatos que están fuera del radar de la ciudadanía y que nadie conoce en función de su lealtad personal. “Es un típico movimiento caudillista, y es el caudillo el que determina quién corre”, reflexiona.

Montúfar menciona que Glas tiene condiciones políticas “importantes”, pero no cree que llegue a tener el liderazgo de Correa. En tanto que González “ya no tiene oportunidad”. “(I)