El 25 de octubre de 1999 se estrenó Yo soy Betty, la fea, en RCN, en Colombia. Desde ese entonces, la telenovela escrita por Fernando Gaitán prácticamente ha dado la vuelta al mundo, aunque al inicio las expectativas sobre un éxito eran casi nulas.

“Nadie apostaba por nosotros, nadie, nadie. Es más, les parecía una bobada...”, dijo Jorge Enrique Abello, quien da vida a Armando Mendoza, en un especial de TV Azteca.

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“A varios directores les ofrecieron dirigir Betty y lo rechazaron, porque era como la antitelenovela...”, comentó Mario Rivero, director de la telenovela en el mismo espacio del canal mexicano.

“Era un proyecto arriesgado, no se había visto en la televisión un producto donde la protagonista fuera una mujer fea”, dijo Luces Velásquez, actriz que interpreta a Bertha.

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Las actrices que hicieron el castin para interpretar a Betty fueron Marcela Gallego, Zharick León y Coraima Torres, pero al final fue para Ana María Orozco, que en ese entonces tenía 26 años y actualmente tiene 47.

Sobre su personaje como Betty, Orozco dijo que fue “una oportunidad divina, muy especial de hacer un personaje tan rico, tan complejo, con tantos matices”.

Sin embargo, el éxito ha sido rotundo, aun cuando ya han pasado más de 20 años de su estreno, y prueba de ello son sus números.

Ha sido transmitida en 180 países, se ha doblado a 25 idiomas, se han realizado 28 versiones, y en el 2010 entró al libro de los récords Guinness como la novela más exitosa de todos los tiempos. Además, durante once años se transmitió en 100 países.

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Las grabaciones empezaron en agosto de 1999 y terminaron el 30 de abril del 2001. “Trabajábamos 14-15 horas diarias”, aseguró el actor Julio César Herrera (Freddy Stewart en la telenovela).

La telenovela ha sido transmitida por varios canales de televisión abierta de Ecuador, y actualmente está disponible en Netflix, y desde hace varios meses se ha posicionado en el top 10 de lo visto en la plataforma de streaming. Ayer, martes 18 de mayo, se ubicaba en el puesto 5 de las series más populares en Ecuador y en el puesto 9 entre series y películas. ¿A qué se debe el éxito?

“Las cosas buenas nunca pasan de moda”, aseguró Ángel Fuenzalida, asesor de comunicación. “Pienso que Yo soy Betty, la fea fue esta suerte de novela, que creo que tuvo un giro en su contenido, que más que convertirse en la tradicional novela en su momento fue, esto lo han dicho muchas personas que opinan alrededor, se llevó una comedia liviana a la televisión...”, señaló.

Temas sobre la mesa

“Se cumplió una suerte de síndrome de patito feo que se transforma en cisne. Esta telenovela logró poner sobre la mesa, de una manera divertida, pero no por eso menos profunda, diversos temas de exclusión y discriminación con respecto a la homosexualidad, clasismo, machismo, los feos y los nerds, en un momento donde estas discusiones no estaban normalizadas, donde no había redes sociales ni movimientos de defensa de uno u otro grupo; solo éramos personas que llegábamos apurados a las 21:00 a la casa, para prender la televisión, conectarnos con las historias del cuartel de las feas y reírnos, como más de la mitad de la audiencia lo hacía. Fue pasar del drama a la comedia”, aseguró Enrique Rojas, docente de la Universidad Casa Grande.

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En ese sentido, Fuenzalida comentó que esta comedia, a pesar de todos los años que ya lleva, “tal vez hoy día le da una oportunidad a la gente, producto de esta plataforma, que la puedes ver en cualquier momento, que puede retroceder, que puedes ver nuevamente un capítulo que en su momento no podías hacerlo, talvez mucha gente tiene hoy día esa dicha, gente que la vio en su momento, que ahora la puede ir compartiendo con sus hijos... Se va dando como un tema generacional...”.

Para Rojas también “sería interesante saber quiénes están viendo Yo soy Betty, la fea en Netflix: si es el mismo grupo que la consumió en su momento y vuelve con nostalgia para repetirla, o si es un nuevo descubrimiento para millennials y centennials. La estructura es para todos la misma, pero el momento en que se estrenó marca la diferencia entre las distintas audiencias”.

Desafió arquetipos de novelas del momento

Rojas señaló que en 1999, cuando se lanzó al aire, las telenovelas eran el producto prime time de todos los canales de televisión; sin embargo, esta producción se atrevió a desafiar los arquetipos y estereotipos de las novelas exitosas del momento. “Se presentaba un entorno donde se reproducían los elementos recurrentes de este tipo de productos, como el machismo y el clasismo, sin embargo, Yo soy Betty, la fea lo hizo a través del humor, exponiendo estas situaciones para ridiculizarlas, y como guinda del pastel, la protagonista no es la chica linda, ingenua, pobre y buena persona que se enamora del patrón, sino una fea simpática, sencilla, que logra hacerse camino, conectando el personaje de manera empática con todo el mundo. Betty era esa persona normal, cercana, que está en todas las esquinas”, explicó.

Espíritu de superación

Con Rojas concordó Fuenzalida, quien agregó que Betty simboliza ese espíritu de superación. “Incluso creo que en algún momento lo dijo el mismo director, ‘que son más los feos que los bonitos’... Simboliza ese espíritu de superación de cualquier persona común y silvestre, no solamente en la parte física sino también en la parte profesional, intelectual, como ella se proyecta, entonces eso genera una empatía...”, apuntó.

Fuenzalida señaló que la telenovela es “una producción bastante sencilla, no es que tenga 500 locaciones, ni un montón de efectos especiales...”, pero lo que hace que siga teniendo vigencia es cuando “hay la combinación de un gran guion, con buenos actores y el momento preciso hacen que las series también tengan un realce fantástico...”.

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“El mérito creo que estuvo en la osadía de representar los problemas cotidianos de una sociedad latinoamericana a través del humor y no del drama, con un lenguaje narrativo rupturista, diferente y un gran trabajo de guion, acercándose más a las producciones brasileras que a las tradicionales telenovelas venezolanas o mexicanas”, dijo Rojas.

‘Somos un país muy telenovelero’

Según Eddie González Silva, guionista y director de contenidos, “como país, somos un país muy telenovelero”. “Desde la década del 60 las novelas cautivaron las pantallas de nuestra audiencia y por generaciones hemos visto telenovelas todo el tiempo... Entonces, para la generación que actualmente está migrando a las plataformas y que no solamente son los adolescentes, sino también personas que están entre los 30, 40 años, no es nuevo el género y se conocen a la perfección el género, la historia”, señaló.

Pacto ficcional

González Silva, quien ha escrito telenovelas como El Cholito, La Taxista y 3 familias, explicó que una de las virtudes que tiene el género de la telenovela como tal es que el televidente cuando se sienta a ver una telenovela hace un pacto ficcional con el producto, por el que ya sabe que el galán se va a casar con la protagonista o viceversa, la heroína se va a casar con el protagonista, el rico se va a casar con el pobre, la pobre con el rico.

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“Ese pacto ficcional ya está tácito antes de sentarte a ver una telenovela, es más, cuando las telenovelas han querido innovar y salirse de ese cauce, donde no exista la historia de amor, no exista el melodrama, la telenovela defrauda al televidente, porque cuando tú te sientas a ver una telenovela lo haces para eso, para ver que la pareja que te presentan esté junta; y entonces, la historia de don Armando y Betty es conocida por toda Latinoamérica y en otros países del mundo también...”, afirmó.

Asimismo, señaló que sigue gustando la telenovela por este formato universal que tiene. “Esta manera de como la han modernizado y poniendo detalles de la tecnología con diferentes planos, cosas que cautiven al televidente nuevo, que hace que trascienda a las generaciones e incluso puede unir generaciones, porque la mamá se puede sentar con el hijo y la mamá se va a sentir atraída por la innovación en la forma que están contando, en la forma que están narrando esta nueva versión de Betty en NY; tuve la oportunidad de verla, y la verdad es novedosa, es innovadora, a pesar de que la historia clásica está presente, no deja de sorprenderte con todo el despliegue moderno que le han incorporado a la telenovela”. (I)