La Costeñita, en el malecón de Entre Ríos, es el tercer local que abre la marca, hace pocas semanas. Su tamaño impresiona. Han hecho un estupendo trabajo en el decorado y ambientación, agradable, cómodo, informal, y con muchos detalles. Evaluando la experiencia general, lo mejor de todo es su atmósfera y la atención. El personal de servicio está muy bien entrenado, capacitado para resolver problemas y dotados de poder de decisión. Eficientes y muy profesionales. Intenté ir un domingo hace dos semanas, puesto que el lugar destaca por su tamaño, su gran frontis de vidrio e iluminación, llamando la atención sobre todo en la noche. Sin embargo, había una lista de espera de una hora. Dado que no se aceptan reservaciones, me fui para volver esta semana. Entramos con facilidad, habiendo mucho menos público para la cena que durante el día.

El menú, en efecto, es supercosteño. Guatita, cebiches, tongas, secos, cazuelas, bollos, arroces de mariscos, entre otros. Hornados, fritadas y más platos serranos brillan por su ausencia, así como los caldos, solo de bola y encebollado. Nada de locro. De hecho, casi todo el menú es de cocina guayaca, con unos cuantos platos manabas y esmeraldeños.

Compartimos piqueos. El primero fue el mejor plato de la comida. Croquetas de caldo de salchicha. Las típicas morcillas del caldo de salchicha, rellenas con arroz, rebosadas en huevo y panko, servido con cebolla colorada curtida con limón y ají. Excelente. El empanizado y la fritura, perfectos.

Luego, una canoa de maduro, frito, con queso, bañado en salsa de queso, chicharrón y sal prieta. A mi gusto, el queso sobresalía, siendo el sabor predominante. El plato pudo estar mejor balanceado.

El muchín de yuca es un plato muy humilde de nuestra cocina. A mí me encanta cuando está perfectamente hecho. Y no es tan fácil como parece. La forma de rallar y de cocinar la yuca puede generar texturas no deseadas. Hay que evitar la sensación de un producto arenoso en boca, que fue lo que sentí. Asimismo, lo prefiero con miel que con panela.

El encocado de camarón tiene que mejorar mucho. Los camarones, sumamente pequeños, y la salsa, con sabor a sofrito, con casi ninguna presencia de coco, sea en forma de leche, crema, trozos, o ralladura.

El seco de chancho estaba bien. Personalmente aprecio que el sabor de la salsa de este espectacular plato de nuestra cocina sea más profundo, concentrado, como lo es un buen demi-glace, y que la carne esté más limpia. Los precios de la Costeñita son imbatibles. En general, tiene una buena relación costo-beneficio. Por $ 15 por persona podrá comer abundantemente, una generosa entrada y plato fuerte, con una cerveza o un coctel de aperitivo. Probablemente, el almuerzo o cena más barato en Samborondón, en un bonito ambiente. (O)