En Batán Town Center (avenida Samborondón) está Bos, un nuevo restaurante que pertenece al mismo grupo de Tributo, en Quito, reputado restaurante de carnes en la capital. En los extremos del salón, de un lado, un bar con vistosa barra de exhibición, de piso a techo, con doble altura; y en el otro extremo, una cocina vista con extraordinarios equipos e implementos. Sin duda, Bos está equipado a tope.

Su carta es poco profunda, pero amplia. Se especializan en carnes, pero se puede encontrar en esta pollo, pescado, arroces. Destacan en el menú los cortes especiales, New York steak americano, colita de cuadril uruguaya, gife ancho y Porter House nacionales madurados 35 días, de 200 a 400 gramos, entre otros, que van de $ 23 a $ 69.

Escogimos justamente los que no estaban entre los especiales.

Todas las presentaciones de los platos, quizá la mayor falencia de nuestra cocina, fueron de primera. En esto hay trabajo de fondo. La escogencia del tipo de plato, la cantidad de salsa de cada uno, los acompañamientos y su disposición, el tamaño de los cortes, entre otras cosas, hacen que antes de probar el primer bocado empiece el disfrute. Invita al comensal a tomar el tenedor con emoción de probar lo que tiene al frente.

La primera entrada, gyosas rellenas de costilla, con hierbabuena. La combinación de la textura de las costillas desmechadas con este carbohidrato es lo que potencia el sabor.

Luego, mejillones al fuego, asados con abundante mantequilla con especias, crema de leche, vino blanco, limón y un toque de azúcar. Aquí es importante destacar el tipo de mejillón y su tamaño. El tamaño importa. Normalmente, los mejillones en nuestro mercado son sumamente pequeños, sin haber podido producir la cantidad de tejido necesaria para ser carnosos y, por lo tanto, para tener sabor. Este plato tenía mejillones de buen tamaño, y su preparación invitaba a comerlos con una porción de pan de masa madre. Para mi acompañante fue el plato favorito.

Lo último como entremés fue la porción de chorizos, hechos en casa, con hierbas y ajo. Buena calidad.

Finalmente, dos platos fuertes. Pesca del día a la brasa. Trozos de pesca blanca quemados en su corteza y tiernos por dentro, con curri verde de vegetales tatemados, hojas frescas y arroz aromatizado con hierbaluisa. Este fue para mí el plato del día. El curri, bien logrado, y la textura del pescado, inmejorable.

Luego, el cupín a la borgoña, un plato difícil de preparar por el corte y el tipo de ganado. Es el pescuezo o la joroba del cebú de la Costa. Probablemente el mejor corte de esta raza, cuya carne es muy magra. Su cocción es más larga. Venía sobre risoni cremado con queso parmesano, hongos y zanahorias asadas, con reducción de vino tinto. El plato, excelente. La reducción, a la perfección. La textura y sabor de la carne, de primera. El acompañamiento, risoni, bien escogido y trabajado. Buen plato.

El restaurante es costoso, pero con muy buena calidad. Como crítica, el servicio es un punto a mejorar. Recomendado. (O)