“Es la primera vez que me visto de cocinero en tres años y medio”, resaltó Ferran Adriá. Lo hacía para elaborar ocho creaciones, algunas físicas y otras virtuales, para ocho comensales seleccionados en un concurso sobre la creatividad.

Estas ocho personas, de distintas edades y procedencias, han trabajado más el “paladar mental”, admitió el propio Adriá. El objetivo real del encuentro, realizado el pasado jueves, era divulgar en un documental el proceso creativo de elBulli, el restaurante que revolucionó la gastronomía mundial y que cerró para transformarse en elBulliFoundation en julio del 2011.

La experiencia, que se denominó “Comer conocimiento”, se desarrolló en Madrid en la sala que acoge la exposición Ferran Adriá: auditando el proceso creativo. Una muestra única porque es la primera en explicar las bambalinas de la cocina y porque por ella han pasado ya “muchas más personas que por elBulli”, destacó.

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Este exclusivo almuerzo, “la primera comida de elBulli que ya no es un restaurante”, sentó a la mesa a ocho personas seleccionadas de entre 800 que enviaron videos sobre qué suponía para ellos la creatividad. Y sobre cómo se desarrollaba en elBulli. Adriá habló a los comensales con cada una de las ‘elaboraciones’ del menú.

Lo primero que recibieron en la mesa fue el escrito de queja de un comensal que probó su polémica espuma de humo, una elaboración de 1997.

El chef usó su espray de dry martini del 2005 para ilustrar que “hay muchas cosas que no aguantan el paso del tiempo ni el cambio del lugar”. Después, un plato virtual que “permite a muy pocos comerlo simplemente viéndolo”. (I)