Setenta y dos condecoraciones a personajes locales y extranjeros vivos y fallecidos, así como a instituciones emblemáticas del país, ha conferido el presidente Guillermo Lasso en sus más de dos años de mandato, el cual concluirá anticipadamente a fines de este año por efectos de la muerte cruzada.

La condecoración más importante en Ecuador es la de la Orden Nacional de San Lorenzo, que fue creada por Juan Pío Montúfar, marqués de Selva Alegre, y los patriotas del 10 de agosto de 1809. Se concede a personajes nacionales o foráneos que han cumplido una labor importante a favor del país, según decisión del presidente de la República, y tiene tres grados: Gran Collar, Gran Cruz y Gran Oficial.

Lasso le dio ese reconocimiento en el grado de Gran Cruz al fallecido exalcalde de Guayaquil y exministro de Gobierno Francisco Huerta (cuando aún estaba vivo), y en el grado de Gran Oficial a la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

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Luego está la presea de la Orden Nacional al Mérito, que se entrega a personajes locales o foráneos que hayan servido o representado al país de manera destacada en los campos civil, militar o policial. Fue establecida por el presidente Isidro Ayora en 1929. Esta tiene cinco grados: Gran Collar, Gran Cruz, Gran Oficial, Comandante, Oficial y Caballero.

Son 44 personas e instituciones las que la recibieron en este gobierno. Entre ellas están los periodistas Alfonso Espinosa de los Monteros, Gonzalo Rosero, Galo Martínez Leisker y Emilio Palacio; los sacerdotes Antonio Arregui y Julio Parrilla; algunos exministros del actual gobierno, como Julio José Parado, Mauricio Montalvo, Ximena Garzón y César Monge (se lo anunció poco antes de su fallecimiento a causa de un cáncer); el ex procurador general del Estado Íñigo Salvador; el premio nobel de literatura Mario Vagas Llosa; el expresidente colombiano Iván Duque; el científico David Frederick Attenborough; y cantantes nacionales, como Beatriz Gil y Margarita Laso.

El presidente de la República, Guillermo Lasso, condecoró a la doctora Ximena Garzón con la Orden Nacional al Mérito en el grado de Gran Cruz, debido a su trayectoria profesional, su labor en el Ministerio de Salud y por haber liderado el Plan de Vacunación del COVID-19. Foto Cortesía Segcom

Las condecoraciones post mortem fueron para el excandidato presidencial asesinado en un atentado Fernando Villavicencio, los periodistas Tania Tinoco y Xavier Benedetti, el empresario José Antón Díaz, el analista económico Eduardo Valencia, el médico Attilio Mancino, el empresario Fernando Salazar y el político Andrés Crespo, los dos últimos amigos muy queridos de Lasso.

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Y en la lista de las instituciones están la Unidad Educativa Particular de La Providencia, la Unidad Educativa Bilingüe Particular Abdón Calderón, la Academia de Guerra del Ejército y Diario EL UNIVERSO (cuando cumplió 100 años de vida institucional).

En tanto que la condecoración Honorato Vázquez, creada en 1985, se concede a personalidades nacionales o extranjeras que hayan prestado relevantes servicios al país en el campo diplomático.

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Las más recientes son las entregadas a políticos y activistas estadounidenses que colaboraron en el proyecto de canje de deuda por naturaleza a favor de las islas Galápagos, entre ellos un expresidente y un exsenador de ese país, Bill Clinton y Chris Dodd, así como a la actriz y activista Bo Derek, quien fue designada embajadora turística de Ecuador en el actual gobierno.

Lasso les entregó personalmente la condecoración en eventos especiales en el marco de su visita a Nueva York (Estados Unidos), realizada en esta semana para asistir a las reuniones de alto nivel y al foro de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Son 16 los personajes que han recibido esta presea, incluyendo a Clinton, Dodd y Derek. Están, por ejemplo, la actual embajadora de Ecuador en Estados Unidos, Ivonne Baki, así como diplomáticos de España, Canadá y Corea; y dos post mortem para el periodista y exembajador de Ecuador ante la Organización Mundial de Comercio Alfredo Pinoargote y para el excónsul de Ecuador en Estocolmo Manuel Muñoz Borrero, quien entregó pasaportes a cientos de judíos polacos para que pudieran escapar de zonas invadidas por la Alemania de Adolfo Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.

El exsubsecretario de Relaciones Exteriores Carlos Estarellas refiere que las condecoraciones son una forma en que los Estados muestran su agradecimiento a una persona o institución por los servicios prestados al país. “Los griegos, por ejemplo, honraban a sus soldados y ciudadanos con presentes y emblemas; los emperadores bizantinos las usaron con los reyes bárbaros para concertar alianzas; y Napoleón Bonaparte impuso en Francia la Legión de Honor señalando, con esta cinta, a sus héroes”, recuerda.

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Por tanto, se espera que el presidente debe tener un cuidado especial para entregar estos reconocimientos. “En la Dirección de Protocolo y Ceremonial (de la Presidencia) existe un reglamento de condecoraciones que indica cómo se debe proceder: se toman en cuenta los méritos probados; no se condecora por condecorar”, explica el analista, quien cree que hay casos en que sí los merecían y otros en que no (como Bo Derek).

“Lo importante es que se aplique bien este reglamento porque estas condecoraciones son un gran honor y es un peligro dárselas a quienes no las merezcan”, agrega.

El analista político Giuseppe Cabrera comenta que la entrega de estas condecoraciones es una potestad del presidente de la República, pero considera que debe darse la prioridad a los ciudadanos —principalmente ecuatorianos— que hayan hecho aportes relevantes al país y “no a la agenda de un Gobierno”.

Agrega que en otros países existen comités de selección que dan nombres de los posibles condecorados. Es el caso, por ejemplo, de la Medalla Presidencial de la Libertad, que confiere el presidente de Estados Unidos a personajes destacados en varias áreas, y cuyos nombres son sugeridos por una Junta de Premios al Servicio Civil Distinguido, aunque la decisión final es del mandatario. “Eso le daría más legitimidad”, dice.

Lo que opina Cabrera es que las condecoraciones han servido como “herramientas de relaciones públicas” de los mandatarios de turno “para asegurar su futuro”; o sea, que se las dieron a personas o instituciones que luego los ayudaron cuando ya salieron del poder. (I)