Amparo Guillén (Guayaquil, 1953) entró al mundo artístico como cantante y actriz, pero también se desempeñó como animadora de televisión en Arriba las mujeres (Sí TV), Despiértese con nosotros (TC Televisión) y Rojo rosa.
Recordada por su papel de Lupita, la mamá adoptiva en la serie televisiva Mis adorables entenados y sus series derivadas (Rosendo presidente), se destacó en producciones nacionales, como Por amor propio, Los que vendrán, Dulce tormento, Pecado, entre otras. También participó en los dramatizados de Archivos del destino y en Departamento 69′, una comedia con Prisca Bustamante y Azucena Mora.
Publicidad
Pero no se alejó de las tablas. Fue la rectora de secundaria en la obra Vaselina, puesta en escena por la compañía Danzas Jazz, dirigida por José Miguel Salem, en 2005. Ese mismo año estuvo en el musical Latinos, del mismo director. En 2016, con su antiguo equipo volvió al teatro para hacer Mis adorables entenados, el reencuentro, dirigido por Taty Interllige. Recorrieron Ecuador y al año siguiente la llevaron a Nueva York, Nueva Jersey y Miami. En 2019 volvieron con la pieza cómica Madrastra solo hay una.
De Lupita, su personaje emblemático, manifestó: “Ella se arraigó en mí. Pero también tiene un gran significado. En el mundo hay millones de Lupitas, mujeres que por amor a un hombre crían a sus hijos. Lastimosamente, no todas son buenas. Y también están las Lupitas que no son madrastras, pero sí llevan padrastros a sus hogares”.
Publicidad
Solía decir con humor que la buscaban más “porque no hay tantas actrices viejas y siempre se necesitan madres, abuelas y profesoras”. Llevaba casi cinco décadas de trayectoria, al principio con la compañía de Raúl Varela y luego con Taty Interllige y el grupo La Mueca.
Sus referentes de la televisión nacional, dijo, eran David Reinoso (Vivos) y Fernando Villarroel (Ni en vivo ni en directo), compañeros de La Mueca. Por tanto, fue partidaria de la formación actoral. “Las modelos, los bailarines tienen todo el derecho a querer actuar, pero tienen que prepararse. Aquí todos son cantantes, todos son actores, pero el error es de quien les hace creer eso. Además, hay una cosa que los chicos no entienden y es que el público no es tonto, al público no se lo engaña, el público es el que nos sube o nos tumba”.
Reconocimientos y crisis económica
En 2018 fue condecorada por la Asamblea Nacional junto con la cantante italiana Laura Pausini; ellas recibieron el premio Matilde Hidalgo de Procel al mérito cultural. En esas mismas fechas recibió un reconocimiento por sus 42 años de trayectoria en el mundo de la actuación por parte de Jonathan Parra, asambleísta de la provincia de Guayas.
En 2019 se postuló como candidata a concejal de Guayaquil para las elecciones seccionales de 2019, pero no resultó elegida.
En 2022 confesó que pasaba por una grave crisis económica, pero que no quería que el público la viera con pena, sino que esperaba recibir oportunidades de trabajo, de volver al teatro. Estaba afectada por la diabetes tipo 2 y la neuropatía, y llevaba un año y medio sin trabajar. Su última contribución fue en la serie web Entenados youtubers, una temporada de ocho capítulos.
Tenía una petición en concreto: “Lo que quiero es que se cree una ciudadela para los que somos más viejos, los más viejos actores o actrices o artistas tengamos una casita, para que tengamos un lugar donde vivir y morir con dignidad”.
La lucha de Amparo Guillén contra el alcoholismo
Además, creó la fundación Amparo número 4112, para ayudar en la rehabilitación de hombres y mujeres alcohólicos y drogadictos. Ella confesó que había estado sumida en el alcohol desde los 23 años, y que sufrió mucho durante los intentos que hizo para salir de la bebida. “Gracias a Dios, lo logré y sola”, dijo.
Después de trece años dedicada a su clínica de rehabilitación, dejó ese proyecto para retomar la actuación en televisión, en la serie de franquicia española Aída (2012), alegando que estaba cansada, había sufrido pérdidas económicas (un incendio en su casa y el robo de su auto), enfermedades y problemas con el manejo de la institución. “No abriré más clínicas porque es un desgaste físico, pero jamás podría olvidar mi condición de alcohólica y seguiré dando terapias en las clínicas que me necesiten”, aseguró entonces.
En una entrevista en 2017 compartió que sus hijos eran su mayor fortaleza. Aun en medio de sus problemas con el alcohol, no los abandonó a ellos ni su trabajo. Fueron las palabras de su hijo Roberto, entonces de 9 años, las que la hicieron reaccionar. “Me iba acostando junto a él, se despertó y me dijo: ‘Apestas, mami’“. Dos meses después, halló la salida: “A mí me sacó Dios”.
“Los hijos o la familia nos dan la fortaleza. A mí me la dan mis hijos, porque esto es una enfermedad que la tengo hasta el día que yo muera. Yo solo por hoy no he bebido, yo no sé mañana”. (I)