En Plaza Navona abrió un nuevo restaurante llamado Gusta, que promete cocina italiana que rompe con lo tradicional. La ambientación y decoración lo logra, no estoy seguro de que la experiencia lo haga.

De hecho, lo que más gustó del restaurante fue su decorado. En salón está en un segundo piso, más a modo de un mezanine, estando en el primer piso el hall de recepción, la cocina, el bar y puntos de atención para la logística del sitio, cuya entrada nos da ya luces de que pasamos a algo diferente al ver desde el techo una gigantesca mano, una variación de la mano de la creación de Michelangelo, apuntando hacia la entrada.

El ambiente arriba es renacentista pop. En la pared principal se muestra una ilustración de la escultura del Baco, de este genial artista, sosteniendo un coctel, invitando a la fiesta, en medio de un bacanal. A propósito, la palabra bacanal proviene de las fiestas que se organizaban en el Imperio romano en honor al Dios Baco, llegando a un nivel tal que fueron prohibidas por el Senado.

Como entrada pedimos calamari fritti e pesce. Es decir, calamares y pescado apanados con alioli, y limón grillado, un buen toque. La apanadura no me pareció muy bien lograda, siendo que el objetivo del proceso es lograr una envoltura perfecta y crujiente del producto. El tamaño de los calamares y el pescado tampoco era el ideal para el proceso.

El servicio es algo en lo que tienen que trabajar. Errores un tanto básicos como servir la entrada y el plato fuerte a la vez, no poner cubiertos al traer un nuevo plato, o servir la cerveza tibia, a 20 grados, temperatura adecuada para el vino, mas, no para bebida mencionada, ocurren.

Pedimos un agnolotti di ossobuco. Pasta rellena de osobuco con queso de cabra, ciboulette y queso grana padana. Porciones muy generosas, pasta al dente y la carne muy bien lograda, suave, con sabor profundo y salsa abundante. La salsa es una parte importante de la pasta y aprecio que no sea escasa. Si está bien hecha, puede ser el corazón de un plato de pasta. Esta hubiera estado excelente si no hubiera tenido un ligero fallo, exceso de sal notorio; lo contrario del segundo plato, la lasagna de la Nonna María, la cual necesitaba una pizca más de sal. Esta era con bolognesa, pomodoro, salsa bechamel, queso mozzarella y grana padana. Para un plato de lasagna de más de $ 20, preferiría que sea elaborada con ragú de carne en lugar de carne molida

La abundante cama de pomodoro en el sartén fue una buena idea. Sí, los platos son pequeños sartenes, que le dan un aire a la verdadera cocina de la Nonna María.

Por el precio, que es alto, no justifiqué la experiencia. El nivel de servicio, el montaje de la mesa, las servilletas de papel, y los detalles explicados podrían mejorar.

La cuenta fue de $ 80 para dos personas, para una entrada, dos pastas, sin más licor que una cerveza. La carta es muy variada, por lo que habrá que probar más de la misma para formarse un juicio más completo. (O)