En la vida nada está escrito. Se puede planificar y establecer metas, pero en muchas ocasiones los mejores momentos y etapas vienen o se presentan como oportunidades inesperadas que no todos suelen reconocer o aprovechar. Y así lo afirma el colombiano Julián Ángel, quien se formó como comunicador social, aunque nunca ejerció, continuó buscando retos como diseñador gráfico y hace siete años encontró en la pastelería una vocación en la que combinó todos los conocimientos antes adquiridos con su deseo de dedicarse al arte, pero a través de la gastronomía.