“En 1995, un día no asistí a clases y entré por casualidad al Museo Nahim Isaías, quedé sorprendido por las exposiciones y por la atención que recibí de los guías en aquel museo, toda la información acerca del arte colonial y sus mayores exponentes y sobre arqueología de las culturas de la Costa me impactó muchísimo”. Así cuenta Pablo Izurieta que empezó su historia de amor hacia la labor museográfica.