En una reunión de antiguos amigos en pleno corazón del Astillero, hace muy pocos días, surgió el tema de esta columna: ¿Quién o quiénes asesinaron el deporte colegial? ¿En qué lugar de la nostalgia yacen sepultados los restos de esas jornadas maravillosas que vivimos representando a nuestros colegios con la pura pasión del amateurismo como si fuera un campeonato mundial? ¿Dónde están las bulliciosas barras que copaban el coliseo Huancavilca, la piscina Olímpica, el Reed Park o el Parque Infantil cuando el gran Pepe Carbo, director de Deportes del Colegio Nacional Vicente Rocafuerte, inventó el Intercolegial de Hockey en Patines?