Seguridad y salud en el trabajo es la definición moderna de lo que comúnmente se conoce como seguridad industrial, higiene industrial y salud ocupacional; su finalidad es la prevención, eliminación, mitigación o control de los riesgos del trabajo y afectación a la salud, a los que el trabajador está expuesto en razón de su ocupación o labor habitual.
Con motivo de los desastres mineros acaecidos tanto en Chile, como en nuestro país, conviene analizar más responsablemente el papel de los gobiernos, de las instituciones involucradas en su regulación y control, de los empresarios y gremios de trabajadores. El objetivo de la seguridad y salud en el trabajo debe ser la prevención, más que la reparación, pero para ello se requiere toda una política de Estado que principalice la misma y comprometa a los actores naturales: gobiernos, instituciones, empresarios y trabajadores. La aplicación de la técnica; de las ciencias afines y de un marco legal propicio deben ser el complemento de ese compromiso.
Desde el punto de vista social, es indignante tener que soportar la muerte de obreros y trabajadores por la manifiesta negligencia de autoridades e irresponsabilidad de empresarios que, cegados por “el vil metal”, mandan como carne de cañón a sus trabajadores a un casi seguro desastre.
En lo económico, del desastre en Chile se conoce que solo las labores de rescate de los 33, habrían significado alrededor de 20 millones de dólares, a lo que hay que sumarle las pérdidas por la paralización de las labores en la mina, los daños a la maquinaria, al ambiente; y otros colaterales, como gastos familiares, afectación psicológica, estrés, etcétera; pero esto es un asunto que los chilenos seguramente resolverán.
En lo económico, en el Ecuador ni siquiera se ha dado una cifra del costo del rescate frustrado en Portovelo (fueron rescatados sin vida); los representantes de la empresa (en el país de la mentira y la demagogia) declaraban que habían tomado todas las medidas de seguridad respectivas; si las hubieran tomado no se habría producido el desastre; si hubieran tenido un plan de contingencia para posibles desastres, no se habría tenido que rescatarlos a punta de pico y pala; habrían previsto que, a diferencia de la mina chilena ubicada en el desierto, las minas en el Ecuador se encuentran en un medio ambiente húmedo, con frecuentes precipitaciones lluviosas, neblina e inestabilidad del suelo; habrían utilizado técnicas adecuadas para evitar desprendimientos; habrían construido cámaras cada cierta cantidad de metros; utilizarían nuevas técnicas de perforación, reemplazando la dinamita que no permite un control adecuado de sus efectos, etcétera.
Lo que sí es seguro es que ya mismo el Gobierno y la empresa nos inundan de propaganda y cadenas anunciándonos lo mucho que hacen y harán por la minería en el Ecuador.
En el país de la inseguridad física, de la inseguridad jurídica, de la inseguridad política, de la inseguridad ciudadana, de la inseguridad y salud en el trabajo, el demagogo se luce prometiendo o entregando bonos, casas y demás ¡con plata del Estado!
¿Por qué los contribuyentes tenemos que pagar la irresponsabilidad de una empresa y negligencia gubernamental?