Varios lectores me hicieron notar que los productos ecuatorianos, por más que se esfuercen sus productores, no logran alcanzar la calidad de los importados. Cuando Epicuro dijo que el parmesano de Scheidegger le agradaba, no lo comparaba con el parmigiano reggíano genuino sino con lo que hasta la fecha se logró elaborar en el país. Scheidegger me recuerda el parmesano Floralp, que produjo hace tiempo. Los problemas de fermentación, el volumen de venta impiden, supongo, afinar como es debido los productos. Sucede con el camembert, el manchego. Si compro un queso azul de Mondel, no pido que sea un gorgonzola o un roquefort sino un queso azul andino con personalidad propia. No dejo de admirar lo que Ecuador logró en pocas décadas. No dejen de comprar el Saint Paulin nacional, asimismo el Monte Caprino de la misma marca, son bastante sutiles, aunque mañana cambien de nombre.