Anderson y El Caracol azul llevan la batuta de la antigüedad, llegando cada uno a sumar cuatro décadas sin hacer mayor publicidad, pero conservando un nivel constante de calidad. Anderson ha recibido varias distinciones, siempre recibió buenos comentarios. Así como sucedió con El Rincón de Francia en Quito, Anderson es un restaurante clásico con cierto toque europeo. El hecho de ser un negocio familiar con alto sentido de responsabilidad puede explicar por qué tanto el restaurante Anderson como los locales de Anderson Express tienen buena acogida. Son muy pocos los establecimientos que se dan el lujo de desafiar el tiempo. En cambio, resulta aterrador ver cómo nacen y desaparecen con rapidez tantos establecimientos. Otros, a los que prefiero no nombrar, lucen cada noche casi totalmente vacíos.