Los resultados de la consulta popular, la crisis energética, la entrada en vigencia del tratado comercial con China y el reciente cierre de una planta de ensamblaje automotriz son factores que reflejan el peligroso proceso de desindustrialización por el que atraviesa el país.

El Ecuador debe reindustrializarse para ser más resistente y competitivo. Un proceso intenso y estructural construido desde adentro del tejido empresarial que exige eficiencia y sentido de oportunidad.

Promoción de inversiones y empleo: para no bajar los brazos

Con destacadas excepciones, la industria nacional se aproxima a niveles de obsolescencia críticos. El sector productivo está fragmentado; el costo país hace que cada empresa gestione su sobreviviencia a corto plazo; el retraso tecnológico no solo en las líneas de producción, sino también en los sistemas de comercialización, reduce su capacidad de respuesta al mercado y acelera la caducidad de la fuerza laboral.

Una estrategia de reindustrialización es necesaria y urgente para eficientar los procesos productivos de materias primas, bienes y servicios, impulsar nuevas industrias estratégicas y crear empresas que respondan a las necesidades de un mercado cada vez más abierto, integrado por cadenas de valor y de alta especialización. Convertir la competitividad sistémica en un eslabón que empieza en la empresa crea ventajas comparativas encadenadas entre los sectores económicos y optimiza e innova de manera continua. El riesgo que asume el empresario está asociado a la gestión empresarial, a las condiciones del mercado y no a los continuos cambios en la política económica. Este encadenamiento competitivo representa la fuerza de la industria para promover un diálogo con el Estado focalizado en crear condiciones que garanticen seguridad energética, seguridad logística, control de la comercialización ilegal, un sistema tributario simplificado, facilitar los procedimientos aduaneros, reducir la tramitología para que la industria responda sin costos asociados a sus obligaciones con el Estado.

Albino y el gas natural del golfo

Desde la dimensión comercial, un programa de reindustrialización maximiza las oportunidades del mercado tanto local como internacional; la industria nacional podría integrarse con agilidad a la industria de seguridad y defensa, que en varios países es un motor de desarrollo, convirtiendo a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional en un cliente estratégico y preferencial, que demandará productos y servicios muy diversos, de alta especialidad, calidad y volumen que respondan a las necesidades de abastecimiento asociadas a la actividad militar y a las necesidades del Ejército. Por otra parte, la internacionalización exige concretar acuerdos comerciales profundos, que superen las reducciones arancelarias e integren a nuestra industria en la cadena de valor de nuestros socios comerciales, comprometiendo inversión y cooperación técnica sostenible.

La reindustrialización debe ser un propósito nacional; nos compromete a interpretar y a accionar las nuevas reglas de la productividad, la competitividad y la sostenibilidad, porque nuestra fábrica nacional debe ser una fábrica con futuro. (O)