La confianza es un capital social, un activo cívico, un bien público. La decisión de confiar en un gobierno, una empresa, una asociación civil es un juego con tres variables interdependientes: la verdad, la eficacia y el compromiso; que a la vez son las reglas que determinan si un gobierno, una empresa o una asociación son dignos de la confianza de una sociedad o si son la expresión del oportunismo político, empresarial o social evidenciados en una sociedad defraudada.

Si bien nuestro país no cuenta con una disciplina de análisis de datos sólida para entender y gestionar nuestra realidad social, podemos usar instrumentos globales o regionales para comprender nuestra situación e identificar los potenciales riesgos a los que estamos expuestos. De acuerdo con el Barómetro de Confianza de Edelman 2023, nuestra región está polarizada por cuatro fuerzas: la preocupación económica, el desequilibrio institucional, la división social y la lucha por la verdad.

Remesas: un salvavidas

La preocupación económica se convierte en un factor determinante del pesimismo social donde los miedos económicos personales, principalmente centrados en el empleo y la inflación, están a la par de los miedos sociales, como la seguridad, las condiciones climáticas y la crisis energética. El desequilibrio institucional revela que la brecha de confianza entre Gobierno y empresa crece: la confianza en las empresas corresponde al 64 %, mientras que la confianza en los gobiernos es del 36 %. Este desequilibro se agudiza cuando la sociedad considera que los gobiernos alimentan el ciclo de desconfianza y son vistos como una fuente de información falsa o engañosa.

El informe revela que la desigualdad de ingresos crea dos realidades de confianza: el 60 % de la población siente a su país dividido y con una débil identidad compartida. Prima el control y poder de los grupos de interés, convirtiendo la ideología en fuente de identidad social y bienestar individual; mientras que el tejido social adolece de falta de civismo, de respeto mutuo y propósito común. La fuerza divisoria que aleja a la gente son principalmente los líderes políticos y los periodistas, mientras que la fuerza unificadora son los líderes empresariales y los académicos.

Noboa a los 100 días

Una alerta importante que identifica el Informe es que las empresas son vistas como competentes y éticas, mientras que al Gobierno se lo ve como poco ético y incompetente. El 80 % de encuestados con empleo en el sector privado señala que su empleador es la única institución de confianza. Ante esta realidad se espera que las empresas se comprometan más con pagar salarios justos, capacitar a los empleados, garantizar que las comunidades donde operan sean seguras e inclusivas y pagar impuestos justos. Adicionalmente, su rol en el ecosistema de la información debe promover un diálogo veraz, transparente y abierto que haga contrapeso a la información falsa.

Un jugador digno de confianza honra la confianza depositada en él. Restaurar el optimismo económico, reducir la brecha institucional pública privada y abogar por la verdad son acciones inmediatas para salir del juego sucio del oportunismo que lesiona nuestra confianza social. (O)