Tres jugadores de la selección ecuatoriana de fútbol, uno de ellos menor de edad, fueron capturados en video en un club nocturno de estética narco en la ciudad de New York, días antes de jugar un partido que perdieron, para variar. Se podría pensar que fue solo una travesura, porque jugar fútbol no se compara con salvar vidas en la sala de emergencias y hospital. Pero no es un evento fortuito y dos de ellos tienen antecedentes de cierta envergadura.

Indisciplina pone en riesgo a seleccionados

Robert Arboleda llevó bebidas alcohólicas al hotel donde estaba concentrada la selección en 2017, se escapó de la Casa de la Selección antes de un partido por las eliminatorias sudamericanas al Mundial de Rusia y fue detenido durante la pandemia por romper el toque de queda en Brasil. Gonzalo Plata tuvo varios problemas de indisciplina durante su tiempo en el Real Valladolid y llegó a causar un accidente de tránsito cuando manejaba borracho; tampoco aportaba deportivamente al equipo, el cual prefirió vender su pase a un club en Qatar. Mientras tanto, con un poco de iniciativa, Kendry Páez podría superar estos logros.

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De una triste manera, el camino que transitan estos jugadores no es estrictamente su responsabilidad. Es poco lo que estos hombres pueden lograr en la vida con o sin el fútbol porque Ecuador no tiene mucho que ofrecerles y es estructuralmente racista. Han vivido en condiciones de pobreza o pobreza extrema en un país con un alto índice de desempleo y empleo precario, y educación insolentemente mala. Jugar fútbol profesional es una de las escasas oportunidades a las que tienen acceso y además pueden ser muy bien recompensados por tener un mínimo de condición física y habilidad para llevar una pelota por el césped. Hasta ser una asambleísta ignorante e inoperante, de lo cual abunda, es más difícil.

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Los jugadores de fútbol profesional en Ecuador empiezan a entrenar casi a tiempo completo a una edad temprana; con suerte, aprenderán a redactar un mensaje básico, como para mandar saludos por redes sociales. Les cuesta muchísimo lograr la autodisciplina que se necesita para sobrevivir la carrera en sus años útiles y aún más encontrar un futuro después del fútbol. Las lamentables escenas de Iván Kaviedes, borracho, peleando con policías en la calle, recuerdan la fragilidad de un futbolista sin estadio ni pelota.

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Si la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) quisiera actuar responsablemente daría un adecuado soporte a los jóvenes y adultos jóvenes que engrosan sus filas o purgaría a la selección. Con o sin ellos, nuestro equipo igual seguirá siendo eliminado de la Copa Mundial tempranamente, pero sin ellos al menos lo podremos afrontar con mayor dignidad. Hay un solo Lionel Messi, y hay muy pocos parecidos a él, que tienen el talante, la agilidad y el apoyo de sus clubes para triunfar y capitalizar sobre sus triunfos. Las primeras dos virtudes son individuales, pero la tercera depende de la voluntad de los líderes deportivos para hacer bien las cosas. Con tantos recursos económicos y sociales que da el fútbol, es una vergüenza que la FEF no pueda hacer mejor las cosas. (O)