El sitial que el lenguaje escrito ha llegado a ocupar en la casi totalidad de conglomerados humanos en nuestro planeta da cuenta de la fabulosa invención que fue la escritura, un artefacto cultural inventado varias veces por nuestros ancestros en distintos lugares como Egipto (los jeroglíficos son una escritura casi taquigráfica de la que derivan los alfabetos del mundo: el romano, el griego, el cirílico, el árabe, el hebreo, el tailandés…), Mesopotamia, China (el chino de hoy, como lengua, es casi el mismo del de hace más de tres mil años). Sin la escritura, que nació para nombrar las cosas, sería impensable nuestra condición humana.

La simplificación

La filóloga Silvia Ferrara –en el libro La gran invención: una historia del mundo en nueve escrituras misteriosas (Barcelona, Anagrama, 2022)– prueba el hecho de que la escritura fue inventada de forma independiente, a partir de cero, también en México, la isla de Pascua y Perú. Hacia los años 1000 y 1200 de nuestra era en Rapanui se esculpieron símbolos en las espaldas de los moais (las estatuas monolíticas humanoides), se grabaron petroglifos en las rocas de basalto y lava y signos en tablillas de madera: el rongo-rongo es una escritura plena de una lengua polinesia, aunque todavía no la hemos descifrado.

Inspiración

Cuando los españoles arribaron a Mesoamérica, a comienzos del siglo XVI, se encontraron en la península de Yucatán con unos códices que recogían las historias de los antepasados mayas, que fueron considerados por los europeos como manifestaciones paganas. Pero los dibujos-signos del maya tienen un valor fonético específico y funcionan como un silabario: son una escritura. Ferrara se interroga por lo que ella llama la paradoja inca: ¿cómo se pudo erigir el más grande imperio precolombino de las Américas sin tener un registro lingüístico?, ¿cómo se pudo construir la belleza de Machu Picchu sin contar con signos para describirla?

El fracaso del discurso

La cuestión, según Ferrara, es que los incas nos legaron un sistema en tres dimensiones, una escritura en 3D: los quipus, especie de hojas de cálculo de Excel, con columnas, líneas, números, sumas y totales, un sistema de representación de datos y también una parte sin duda narrativa, puesto que los nudos tienen forma, dirección, grosor, color y anudamientos múltiples: “Hemos de mantener la mente abierta con los quipus. Tal vez nuestra imaginación demasiado limitada nos impide entenderlos”, dice. La curiosidad más reciente es que los emojis actuales nos enlazan con los orígenes icónicos de la expresión escrita.

La escritura, que lleva más de cinco mil años entre nosotros, nos ha ido cambiando por dentro a los seres humanos, pues el acto de leer lo que está escrito afecta también a nuestras neuronas al reconfigurar nuestro sistema cognitivo. El ojo que era para otear el horizonte se ha adaptado para reconocer el dibujo de las letras y los signos. ¿Era menos interesante el mundo antes de la invención de la escritura? No lo sabemos. Pero, conectada con el dibujo, la escritura es una especie de continuación natural del arte que fue conquistando el mundo en todas sus partes habitables. Por esto la escritura es “la invención más grande del mundo”. (O)