El libro El llano en llamas, del escritor mexicano Juan Rulfo, fue impreso el 18 de septiembre de 1953. Con ese motivo, la editorial RM y la Fundación Juan Rulfo publicaron una edición por el 70 aniversario de la aparición de este volumen que ha sido central en la literatura latinoamericana y que tiene como telón de fondo las consecuencias de la Revolución mexicana. La edición es primorosa: viene en pasta dura (aunque el tomo casi no pesa), mantiene el texto definitivo establecido por los especialistas, el tamaño y la fuente de la letra son muy legibles, el interlineado es holgado, el papel permite buena impresión en color…

Como plus, este libro trae un facsímil de la primera aparición en una revista del cuento que da el título al libro y, al final, las imágenes de las portadas de los libros de Rulfo traducidos a otros idiomas. No tengo duda de que también haya un propósito comercial con este libro, pero, al mismo tiempo, resulta loable que se desarrolle un mercado alrededor de una obra de arte como esta joya de diecisiete cuentos que ha marcado a generaciones de lectores en todo el planeta, porque estas reediciones forman nuevos lectores y construyen una cultura de la tradición que es muy determinante para nuestro futuro.

El maestro del terror

¿Y aquí por qué no festejamos en grande los cumpleaños de novelas, libros de cuento y poesía, obras de teatro, de música, escultura, películas y pinturas que han sido notables y que han definido los rumbos de lo que siguió? Solo para enmarcarnos en el año del 70 aniversario de El llano en llamas, aquí pudimos haber enaltecido –como se debe, por la importancia de la autora y de su obra narrativa– el 50 aniversario de la novela Bruna, soroche y los tíos, de la escritora quiteña Alicia Yánez Cossío. O en 2022 pudimos haber celebrado el 60 aniversario de la publicación del libro Krelko y otros cuentos, del maestro guayaquileño Miguel Donoso Pareja, que fue el inicio de una fecunda y sustantiva obra literaria.

También en 2022 pudimos haber recordado varios aniversarios: 70 de la primera exposición pictórica del maestro guayasense Enrique Tábara; 60 de la representadísima La casa del qué dirán, del guayaquileño José Martínez Queirolo. Y así. Mas este año 2024 podríamos recordar a lo grande los 100 años del estreno del filme El tesoro de Atahualpa, del guayaquileño Augusto San Miguel, considerado por muchos como nuestra primera película nacional (no se ha hallado la cinta, pero las reseñas de los periódicos de la época nos permiten reconstruir este suceso artístico).

Cecilia Ansaldo

Y, solo en el campo de la literatura, además tendremos otros aniversarios: 90 de Huasipungo, del quiteño Jorge Icaza; 90 de Los Sangurimas, del guayaquileño José de la Cuadra; 50 del extraordinario Rol beligerante de la quiteña Lupe Rumazo (su narrativa ha merecido el reconocimiento de ser reeditada recientemente por Seix Barral); 40 de la novela Antiguas caras en el espejo, de Francisco Proaño Arandi… En el campo de la historia está el 30 aniversario de la Historia de la Revolución liberal ecuatoriana, de Enrique Ayala Mora. Estos ejemplos son apenas una muestra de la necesidad de recuperar las grandes obras de nuestros autores. (O)