A la espera de que los hechos demuestren la imparcialidad de las “instituciones”. Soy uno de los miles de ciudadanos que hemos salido a las calles, venciendo el miedo a represalias, que se ordenan desde las “sabatinas”, para retirar a los empleados de la administración pública y/o bloquear trabajos en el sector privado, a quienes difieren con el régimen.

Queremos que nos escuchen. Soy un ciudadano que ejerciendo el derecho a la protesta, desde el 3 de abril, salgo a las calles, abrigando la esperanza de que el “poder” escuche nuestras preocupaciones y desacuerdos en el ámbito económico y social, así como las importantes falencias que se han venido registrando en la elección de presidente de la República del 2 de abril, incluyendo falta de transparencia en los resultados electorales.

Ecuador, en los últimos diez años gozó de los más altos ingresos fiscales provenientes del petróleo, que se han registrado en varias décadas. Pero, una vez que ese motor del crecimiento se ha contraído, los ecuatorianos enfrentamos una realidad que no podemos ocultar: (I) Incremento de las personas sin empleo (al 2016 el número de desempleados llegó aproximadamente a 300.000). (II) Sobre todo aumentó el “empleo inadecuado”, es decir, personas que no trabajan ocho horas al día o reciben un salario inferior al que requieren para cubrir sus necesidades o no tienen seguridad social. (III) Ampliación del déficit fiscal, que condujo al Gobierno actual a reducir la inversión y tomar mayor endeudamiento, externo a tasas elevadas y plazos cortos y, con el Banco Central fundamentalmente con recursos del sistema financiero. (IV) Exportaciones de las empresas y economía popular y solidaria no competitivas, no solo por la devaluación de los vecinos, sino porque los precios de las materias primas en Ecuador son altos.

Las redes sociales y las calles se han convertido en espacios donde los ecuatorianos (de las dos mitades) con rostros, realidades e historias detrás de cada uno, preguntamos acerca de la “década ganada”, buscando respuesta a políticas y ahorros líquidos que se requieren hoy (no activos fijos que no se pueden vender) para promover el crecimiento y empleo, para que las micro y pequeñas empresas (de la economía popular y solidaria) vendan, no quiebren y paguen sus deudas.

Vivimos un Ecuador sobre el que Cepal pronostica un crecimiento de apenas 0,3% en 2017, mientras que el Banco Mundial y FMI hablan de decrecimiento. Según el Foro Económico Mundial (abril 2017), en América Latina un tercio de quienes salieron de la pobreza podría volver a caer en ella, más aún si no existe una buena gestión macroeconómica. La situación puede complicarse sin legitimidad. Es prioritario “recontar los votos para despejar cualquier duda y devolver la paz al país”.

Salgo a la calle porque creo en la democracia, quiero vivir en un país unido, seguir indignándome ante la falta de transparencia y corrupción. Creo que deben prevalecer la verdad, la justicia, la honestidad y la construcción de un futuro de diálogo, para que las voces no callen jamás. (O)