Leandro Norero Tigua multiplicaba preocupaciones en la cárcel de Cotopaxi. Su esposa y dos de sus hermanos habían sido aprehendidos, junto con él, en un golpe de la Fiscalía contra el lavado de activos. La libertad de todos estaba en juego. Y, aparte, debía justificar por qué tenía en su vivienda, una mansión en Samborondón, decenas de lingotes de oro y $ 6,5 millones en efectivo.