Llegó el carnaval y la ciudad brasileña de Río de Janeiro está vacía y el ambiente es triste; no hay turistas, los hoteles operan a media marcha y el color del carnaval se esconde bajo el gris asfalto de las calles. Este año la pandemia de COVID-10 mató la fiesta más icónica de Brasil y dejó sin sustento a miles de cariocas que viven del espectáculo cada año.