Un niño mexicano, de no más de 11 o 12 años, se le acercó a Rodrigo, de 24 años, y su grupo, todos ecuatorianos, afuera de una terminal de buses en México, cerca de la frontera con Estados Unidos.

“¿Hacia dónde se dirigen?”, les preguntó. Rodrigo y su grupo, lejos de sospechar de un menor de edad, respondieron que iban hacia la frontera.

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El niño escuchó la respuesta y se despidió. Pronto volvió para hablar con Rodrigo y el resto de migrantes, esta vez acompañado de un hombre armado. La verdadera intención tras la pregunta era secuestrarlos.

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Minutos antes de ser abordados por el niño, un camionero que estaba transportando a Rodrigo y a sus acompañantes hacia la frontera les había dicho que lo esperaran fuera de la terminal, pues habían llegado a un acuerdo para pagarle directamente al chofer en vez de comprar boletos. Adquirirlos les hubiera significado pagar mucho más de lo que les costó acordar un precio directamente con el camionero.

“Por la bendición de Dios justo salió el señor del bus. Les dijo que íbamos con él. Nos subimos al bus y avanzamos. Al salir del pueblo nos detuvo una camioneta de la mafia. El señor les dio dinero y pudimos avanzar”, explica Rodrigo, quien pudo llegar con todos sus acompañantes a su destino, Estados Unidos.

Sin embargo, no todos lo logran. 123.875 ecuatorianos fueron aprehendidos o expulsados en la frontera sur de Estados Unidos en 2023, según cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de ese país. 3.992 de ellos eran menores de edad que no estaban acompañados por ningún adulto.

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Los migrantes ecuatorianos son víctimas habituales de violencia en la frontera entre México y Estados Unidos.

En abril de 2023, por ejemplo, las autoridades del estado mexicano de Sonora rescataron a 63 migrantes secuestrados por la delincuencia organizada. 43 de ellos eran ecuatorianos.

Las familias de los migrantes secuestrados son regularmante extorsionados. En una diciembre de 2023 la organización 1800 Migrante informó que la familia de una ecuatoriana que había desaparecido en la frontera norte de México había enviado miles de dólares a coyoteros, que habían usado inteligencia artificial para hacerle creer a los allegados de la víctima que la tenían secuestrada.

Las remesas enviadas de Ecuador hacia México, además, han aumentado exponencialmente en los últimos años, pasando de $ 20, 6 millones en el tercer trimestre de 2022 a $ 37,4 millones en el mismo período de 2023.

Parte de este incremento, según 1800 Migrante, se debería al pago de extorsiones de familias ecuatorianas a mafias en México.

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Este tipo de violencia fue uno de los factores que llevaron a Rodrigo a dejar Ecuador.

Él se desempeñaba como guía penitenciario, profesión peligrosa en el contexto de las masacres carcelarias y el conflicto interno que vive el país.

Rodrigo fue secuestrado el año pasado mientras realizaba sus labores. Uno de sus compañeros hizo algo que disgustó a las pandillas que controlaban la cárcel en la que trabajaba, por lo cual los retuvieron cerca de tres horas. Luego los soltaron.

“Tres meses después me fui del país”, dice Rodrigo, quien también cruzó el Tapón del Darién para llegar a su destino. “Migré de imprevisto, en mi trabajo no había garantía ni de mi vida misma, es arriesgarse por poco”.

Rosa, al igual que él, viajó por esta peligrosa e inhóspita selva, que representa la única manera que tienen los migrantes de ir de Colombia a Panamá a pie.

A la dificultad física de la travesía se suma la peligrosidad al ser blancos de extorsiones, secuestros, asesinatos y violaciones por parte de las bandas.

Rosa vivía con su esposo e hijos en un conjunto habitacional. Al igual que muchos de sus vecinos, decidió migrar cuando llegaron panfletos con amenazas a los residentes.

“Deben pagar por su seguridad y la de sus hijos”, rezaban las volantes, recuerda.

Atravesar la selva fue duro, cuenta. Estuvieron perdidos durante tres días. “Hay que caminar rápido. Gracias a Dios pudimos salir a salvo”, indica Rosa, quien viajó con sus hijos.

Una vez en México tuvo que pagarle a extorsionadores para que los dejaran pasar a Estados Unidos. El trayecto desde Ecuador a la potencia norteamericana les tomó 25 días.

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Según datos del Servicio Nacional de Migración de Panamá, 57.250 ecuatorianos cruzaron el Darién en 2023, cifra que creció 147 veces en comparación con 2021, cuando cruzaron 387, y un aumento de 95 % respecto a 2022, cuando 29.356 compatriotas realizaron la travesía.

El mes más crítico del año pasado fue julio, cuando 9.773 ecuatorianos atravesaron irregularmente la frontera terrestre entre Panamá y Colombia.

En total, 520.085 personas transitaron por el Darién el año pasado. De ellas, el 11 % eran ecuatorianos. Solo las personas de nacionalidad venezolana superaron a los oriundos de Ecuador. Le siguen haitianos, chinos, colombianos y chilenos.

En enero de 2024, en cambio, 2.208 ecuatorianos han pasado por la selva, una reducción en contraste con los 6.352 que lo hicieron en enero de 2023.

Los que logran cruzar la selva y evadir a las mafias en México, sin embargo, tampoco tienen prosperidad asegurada.

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Walter Sinche, director de la Alianza Ecuatoriana Internacional, organización que se dedica a brindar apoyo y capacitaciones para migrantes en Nueva York, asegura que a menos que un migrante tenga ayuda de algún familiar que le consiga un trabajo en Estados Unidos, le resultará difícil encontrar empleo. Pueden pasar meses sin trabajo, y antes de dedicarse a la construcción, por ejemplo, deben realizar horas de capacitaciones que les exige la ley.

Sinche identifica al alcoholismo, la discriminación, la falta de trabajo, el ‘shock cultural’, la barrera del idioma y la salud mental de los migrantes como las barreras más significativas para los ecuatorianos que llegan a vivir a Nueva York, ciudad que representa un foco migratorio importante de compatriotas.

Rosa, por ejemplo, no encuentra trabajo todavía (aunque su esposo sí) y su familia ha luchado con el idioma. “Este país tiene su lado bueno y su lado malo”, expresa.

Sinche pone énfasis en el estado mental de los que logran cruzar la selva y México a salvo. “Si me pongo a contarle las historias nos ponemos a llorar. Han visto y vivido la muerte, han cruzado con niños en brazos, han cumplido años mientras cruzaban la frontera, gente que ha sido extorsionada, violada. De todo”, recalca.

Las cifras del actual éxodo migratorio que vive el país son comparables con las ocasionadas por la crisis económica de finales del siglo XX y comienzos del XXI: 120.277 ecuatorianos salieron del país en 2023 y no regresaron. En 1999, en comparación, hubo un saldo negativo de 91.108 personas.

Sin embargo, todavía no se llega a los picos de la crisis migratoria: en 2000 el saldo negativo fue de 175.922 migrantes, el peor año del éxodo. (I)