El trámite fue ‘largo’, le tomó casi tres años. En ese lapso, la familia de Karen Granda hizo adecuaciones en su finca, cambios en sus prácticas agrícolas e inversión en nuevos productos agroecológicos para que sus plantaciones de mango de exportación obtengan el certificado de Buenas Prácticas Agropecuarias (BPA). Esta acreditación, según la Agencia de Regulación y Control Fito y Zoosanitario (Agrocalidad), garantiza al consumidor un producto “sano e inocuo”, libre de ‘peligros’ físicos (restos de vidrios, cartón, plástico), químicos (residuos de plaguicidas o detergentes) y biológicos (virus, hongos, parásitos).