Profundo silencio se sintió en el sector de La Mariscal en las primeras horas del día. Resultó raro, hasta ciertamente incómodo, después de los gritos, silbatos y estruendos (de bombas lacrimógenas, pirotecnia y explosivos) que primaron durante todo el martes 21 de junio. Han pasado diez días del paro nacional convocado por movimientos indígenas y campesinos; y, como producto de los últimos enfrentamientos, el centro norte de la capital está con señas de destrucción.