Cada 500 sucres que ganaba de su trabajo iban directamente a levantar un pilar; otros 500 sucres le llegaban y era otro pilar; con un préstamo, media losa... Así construyó la casa, que era solo un cuarto cuando se mudó en 1991. Hoy las paredes de su sala, comedor y taller lucen los cuadros que pinta y las mesas, las esculturas que moldea Lorena Parrales, artesana guayaquileña de 57 años. El rostro de una mujer rodeaba de naturaleza lo formó con barro, y ella está hecha de “madera de guerrera”.