El primer problema se presenta cuando sigues la típica dieta de cinco comidas al día para perder peso, basada en pechuga de pavo, muchos vegetales y queso fresco bajo en grasas. Es cierto que las calorías son importantes, pero eso no significa que sean tu prioridad: no tienes por qué pasarte el día contando las kilocalorías que tiene todo lo que vas a comer.
Cuidado con la comida. El modo en que reacciona tu cuerpo a esas calorías puede ser incluso más importante que ellas. Es decir, si comes cada tres horas y además ingieres alimentos que desorganizan tu metabolismo (edulcorantes, antinutrientes, comida procesada en general), esta es la razón por la que no consigues perder peso. Tu regulación hambre-saciedad está descompensada. Comes pocas calorías, por lo que tu cuerpo decide que es el momento de almacenar la grasa, no de quemarla.
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El estrés es la respuesta seleccionada de tu organismo para sobrevivir a los peligros a los que se enfrenta. Uno de los máximos peligros que hemos sufrido los seres humanos a lo largo de toda nuestra historia es la escasez de alimentos, por ello, una respuesta al estrés siempre va acompañada de ahorro de energía, como muy bien explica este estudio de Nature reviews of endocrinology, por George P. Chrousos.
No a la báscula. Si realizas mucho ejercicio de fuerza o estás comenzando a hacer ejercicio, probablemente empieces a perder grasa y ganar músculo. El músculo ocupa menos volumen que la grasa, pero pesa más, por lo que puede ser que tu volumen corporal disminuya pero no suceda lo mismo con tu peso. Por esto mismo, debes tener en cuenta que la báscula no sea tu único parámetro para ver si estás perdiendo peso o no. Muchas veces, mirarte al espejo, comprobar con la ropa o tomar fotos de tu progreso son mucho más efectivos para ver los cambios y motivarte a seguir.
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Ayuno intermitente. Si todo el día estás consumiendo alimentos, aunque sea en poca cantidad, tu metabolismo siempre está en un estado de asimilación, olvidándose de cómo usar las reservas para obtener energía. Con el ayuno intermitente entrenas a tu cuerpo para que aproveche tus reservas y no dependa de lo que ingieres. No solo te ayuda a perder peso, sino a controlar el hambre para que no pases el día pensando en comer.
Dormir completo. Otra de las razones por las que se dificulta la pérdida de peso es que dormir poco eleva los niveles de cortisol, una hormona del estrés que aumenta el hambre e impide que se produzcan hormonas regenerativas que traducirán tu esfuerzo deportivo en músculo. Lo ideal es descansar 8 horas durante la noche. Aquí puedes revisar un estudio al respecto. Por tanto, es necesario que duermas lo suficiente para que tu organismo actúe de la forma correcta y consigas perder peso. (F)