He escuchado, desde hace mucho tiempo, a personas que tratan de ejemplificar su manejo emocional y laboral con la frase: “Los problemas de la casa se quedan en la casa, y los del trabajo en el trabajo”. No niego que suena atrayente la posibilidad de separar las instancias del día como compartimentos estancos, pero la verdad es que eso no resulta tan realista, especialmente cuando los problemas ni siquiera te dejan salir de casa.