¿Algún papá primerizo supo alguna vez, con toda certeza, cuándo quitarle el pañal al niño antes de ir a dormir sin enfrentar las posibles consecuencias durante la noche? Para mi esposa y para mí, ese fue un momento de mucha incertidumbre. Pero cuando decidimos arriesgarnos, el experimento fue un éxito. Lo interesante fue que nuestro hijo ya estaba listo para dar ese paso, pero, en realidad, éramos nosotros los que aún no habíamos estado preparados.

Esto también suele pasar en el mundo laboral, pues a veces se complica saber si algún miembro de nuestro equipo está listo para asumir retos mayores. Para eso, debemos entender que hay personas que están a gusto con lo que hacen y no quieren “complicarse”, mientras que habrá otras que quisieran seguir ampliando su campo de acción y seguir desarrollándose, pues aún no visualizan un límite. A estas personas se las conoce como altos potenciales, HiPos, diamantes. Para evidenciarlos, como se dice coloquialmente, “habrá señales”.

La primera señal es que, aunque cumplen sus metas habitualmente, sienten que el reto les “queda corto”. Por eso, en ocasiones podrían mostrar aburrimiento, o frontalmente manifiestan su deseo de asumir otras actividades.

Otra señal es que tienen una sana curiosidad por aprender cosas nuevas, que no siempre serán de la actividad a la que se dedican. Eso podría hacer que parezcan “dispersos” o de pensamiento poco convencional.

Una última señal es que proponen nuevas formas de hacer las cosas, y no tendrán reparo en defender vehementemente su punto de vista, pues están realmente convencidos de sus capacidades.

En organizaciones tradicionalmente jerárquicas, las personas con alto potencial pueden volverse una molestia por su dinamismo, abrumando a los líderes, quienes —en varias ocasiones— se pueden sentir amenazados por ese talento. Sin embargo, en las organizaciones con áreas de talento humano de vanguardia, la identificación y desarrollo de colaboradores con alto potencial es una prioridad, ya que asegura la disponibilidad inmediata de personas que lideren los proyectos, garantizando la sostenibilidad a corto, mediano y largo plazo.

Si tengo —en mi equipo— una persona con alto potencial, puedo ir involucrándolo en proyectos que requieran tanto sus habilidades como asumir una responsabilidad. Si está a la altura, entonces podré ir empoderándolo para que pueda participar en proyectos de mayor envergadura. Y, tal como un papá, habrá que aceptar que está creciendo y que mi función será guiar, aconsejar, corregir, celebrar y, finalmente, soltar. (O)