Empecemos estableciendo que no existe la familia perfectamente funcional: en algún momento todos pasamos por algún conflicto, desafío o crisis que pone al descubierto nuestras debilidades, vulnerabilidades o incapacidades. Está en nosotros buscar el apoyo necesario y aplicar las medidas correspondientes para recuperar el equilibrio familiar, sintiéndonos más fortalecidos al haber superado el problema.
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- En una familia disfuncional, en cambio, se vive en constante conflicto, la comunicación es pobre, inexistente o abusiva, y la dinámica entre los diferentes miembros no es de cooperación frente a un problema; más bien, la ocasión es usada para ventilar resentimientos y exteriorizar frustraciones.
- La situación se agrava cuando existe adicción al alcohol o a las drogas en uno o ambos padres, y su influencia en el comportamiento hacia la pareja o hacia los hijos crea un ambiente emocional dañino, sobre todo en la autoestima de los niños o adolescentes. Por supuesto que la violencia física, verbal o psicológica deja huellas profundas, visibles e invisibles.
- Así mismo, los padres que exigen perfeccionismo en los hijos les imponen una carga emocional muy fuerte y una expectativa de fracaso que les puede dañar su autoconfianza. También los padres que facilitan innecesariamente las obligaciones normales de los hijos los preparan mal para enfrentar sus propios problemas más adelante.
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- En toda relación debe haber límites, respeto a la privacidad, todo sujeto al consentimiento de la persona en cuestión. En una familia disfuncional no se respetan los límites ni se considera lo incómoda que se pueda sentir la persona afectada. Existe abuso, intrusión y un desprecio hacia la individualidad o intimidad, afectando fuertemente el amor propio.
- Un caso grave ocurre cuando se prefiere a un hijo en perjuicio de otro (el Niño de Oro vs. la Oveja Negra) o existen dos bandos en la familia, siempre en confrontación por cualquier tema.
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Un niño que crece en esta clase de ambiente familiar está en peligro de estructurar su vida de una manera torcida y transmitir esta visión desfigurada a la siguiente generación: un ser infeliz creando infelicidad en su descendencia.
Cuando uno se da cuenta de que pertenece a una familia con algunas de estas características, es hora de consultar con un especialista en terapia familiar. Cuanto más temprano, mejor. (O)