Mientras sus compañeros aprenden sobre contabilidad, ‘Leonardo’ hace planas de la letra A o identifica palabras que se inicien con esa letra.
A simple vista, su actitud es como la de un estudiante común, está atento a lo que le dice la maestra, lleva el uniforme impecable y tiene un libro sobre su escritorio.
Sin embargo, él es uno de los 79 alumnos que recibe acompañamiento de una docente de apoyo a la inclusión en la Unidad Educativa Amarilis Fuentes Alcívar, en el sur de Guayaquil. Él tiene discapacidad intelectual en más del 10 %.
¿Qué es un maestro sombra y cuál es su trabajo?
En ese grupo de estudiantes están 37 casos asociados a la discapacidad, es decir, con carné homologado. En el número restante están casos no asociados, estudiantes con presunción de autismo y de síndrome de Asperger, con dificultades cognitivas y visuales e incluso en situaciones de vulnerabilidad.
En el salón, Leonardo se sienta junto a otros dos compañeros que al igual que él tienen dificultades en el aprendizaje. Los tres cumplen tareas que, a decir de la psicóloga Jéssica Nupia, son “detrás de la cortina”. En unos planteles les llaman los ‘maestros sombra’.
Ella es psicóloga y forma parte del grupo de 104 docentes de apoyo a la inclusión que el Ministerio de Educación tiene en la Zona 8. De ellos, 90 están en Guayaquil, 11 en Durán y 3 en Samborondón.
Para Nupia, el trabajo del docente de apoyo es el de alguien que está por detrás del alumno sin que los otros lo vean. Un ejemplo es Leonardo. quien mientras sus compañeros avanzan en las diferentes materias de tercero bachillerato realiza actividades más sencillas y de identificación.
Leonardo se sienta en la parte delantera del salón, siempre sonriente y dispuesto a colaborar con las asignaciones del día.
“Trabajar por detrás de la cortina les permite a ellos sentirse iguales en el salón de clases, aun haciendo cosas diferentes. Es como que estamos allí, acompañándolos, pero sin ellos sentirse minimizados o que sus compañeros detecten que tienen una diferencia y que tienen un apoyo extra”, dice Nupia.
Los docentes de apoyo están repartidas en 650 instituciones educativas de sostenimiento fiscal de la Zona 8. La Unidad Educativa Amarilis Fuentes es una de ellas.
Este perfil de docentes atiende mínimo a 16 estudiantes con necesidades educativas específicas asociadas a la discapacidad y estudiantes con necesidades educativas específicas no asociadas a la discapacidad.
La sensibilización de la comunidad
En la escuela Isabel Herrería, “Lucas” se sienta en el primer pupitre cerca del escritorio de la maestra. Callado, trata de captar lo que en ese momento está explicando la maestra. Ella, luego de poner un ejercicio práctico, se acerca a Lucas y le explica a detalle su actividad del día.
Jenny Cartuche es la pedagoga de apoyo a la inclusión que trabaja con Lucas. Más allá de idear las actividades diarias para el estudiante, se ha enfocado en trabajar en la sensibilización de los más pequeños.
Por ejemplo, les ha enseñado a sus estudiantes lenguaje de señas para que ellos puedan comunicarse con aquellos que utilizan esa forma de diálogo. Y, en el caso de Lucas, les ha indicado que él quiere jugar con todos normalmente y trabajar en equipo en las tareas del día.
Cartuche trabaja con 99 niños y adolescentes con necesidades educativas especiales que están asociadas y no asociadas a una discapacidad en la cooperativa Nigeria, Fertisa y Trinipuerto. La escuela Isabel Herrería, ubicada en la isla Trinitaria, es una de las instituciones que labora.
“Los niños tienen esa inocencia de no diferenciar. Se les enseña a respetar, a convivir y ellos receptan, pero hay que trabajar de manera integral y ahí se incluye a los padres, que puedan entender que existe esa diversidad”, dice la pedagoga.
Ahinara Jiménez, quien pertenece a la Unidad Distrital de Apoyo a la Inclusión de la parroquia Ximena 2, afirma que sí existen padres de familia dentro de la comunidad educativa que se resisten a aceptar que hay niños con necesidades educativas especiales y que a veces son sus propios hijos.
Uno de los factores que influye en esta resistencia es el desconocimiento.
Es allí, en donde el rol de los docentes de apoyo se diversifica. Jiménez detalla que las pedagogas como Jenny, incluso brindan acompañamiento a los padres para que saquen citas médicas para evaluar a sus hijos. (I)