El dolor y la pasión que consumió a Medardo Ángel Silva (1898-1919) fue plasmado en letras en el transcurso de su corta vida. Poco o nada se conoce de lo que vivió en la intimidad de su hogar, en donde la llegada de una joven llamada Angelita Carrión dejó lo que sería la única descendencia del vate guayaquileño. Esta otra parte de la historia es recogida en la obra Medardo en casa, escrita por David Castro Egas, bajo una idea de Carlos A. Ycaza y dirigida por Adrián Cárdenas