La poeta guayaquileña Maritza Cino Alvear se inició en los relatos cortos recién en 2016, con Días frívolos, con el deseo de desacomodarse y entrar en un campo distinto al suyo. Hace poco presentó trece relatos cortos más en Zona de fuga.
“Yo no soy narradora, vengo de la poesía”, advierte Cino, quien parecería darle al género del cuento una mirada experimental y, sin embargo, este es su segundo libro de relatos cortos. “Siento que soy poeta a tiempo completo, escriba o no. Siempre estoy pensando poéticamente. (La narrativa) no es mi campo, pero quería hacer algo diferente porque recién había terminado un libro de poesía”. Habla de El temblor de los huertos (Ediciones del Camino, 2022).
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Zona de fuga (Cadáver Exquisito Ediciones, ilustraciones de María Mercedes Salgado) nace de un proyecto de investigación de la Universidad de las Artes, con fecha límite. “Como sabía que no podría escribir poesía en tan poco tiempo, me dije que iba a intentar con textos híbridos, entre narración y poesía”.
“Ahora fue diferente, tenía otras inquietudes. Primero quise hacer un bestiario, pero no con mascotas, sino con animales que causan malestar”. Búhos, hormigas y mosquitos se desplazan por la sección animal de Zona de fuga, a veces simplemente molestos, otras veces misteriosos y en ocasiones mortalmente peligrosos.
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El primero, corto, exacto y oscuro, es El vampiro, que podría ser el monstruo que se oculta en las sombras de la vida de un niño, mientras los adultos no ven nada. Es uno de los textos que se sienten más cercanos a la poesía, una suma de acciones sin explicación. “Es una forma de contar que no amplía, solo insinúa”, admite Cino. Cada lector ve lo que quiere. “Yo solamente sonrío”, dice la poeta, quien cree en el lenguaje del secreto y las sugerencias más que en el de las descripciones y explicaciones.
Siempre le ha interesado la dinámica del microcuento (ha dictado talleres sobre ellos), el final imprevisto, la intensidad. Y al lector también le interesa. Es una historia que se puede llevar y volver a contar de memoria. Una pieza que se puede apreciar rápidamente. “Por los tiempos en los que vivimos, la prisa externa se vuelve también una prisa interna”, dice Cino, reflexionando sobre la razón de ser de este texto, que se lee de un tirón, que no necesita pausas. “Me siento bien en el cuento corto y el microcuento, no estoy pensando en lo que quiere el lector. Trato de ser honesta y saber qué es lo que puedo hacer yo”.
Y de investigar. A medida que los cuentos se vuelven más extensos, se complementan con ciencia, mitología y noticias. Y del otro lado están las máquinas: las que sirven para escribir, las que sirven para ver y las que sirven para estrellarse en un accidente que cambia la vida.
El libro ha sido presentado en la Feria Internacional del Libro de Guayaquil, en el Encuentro de Literatura Independiente de la Universidad Casa Grande y en la Libre Libro de la UArtes. El cuentario ha significado para Cino la posibilidad de expandirse. Un ejercicio del que ha salido satisfecha. La zona de fuga, después de todo, es “ese perímetro donde el animal se siente seguro”.
Una nueva publicación tendrá que esperar. La docencia llama. “Estaré en ocupaciones más bien académicas, dinamizando el trabajo de mis alumnos del taller de poesía de la UArtes, que van a publicar una antología poética”.
Licenciada en Lengua Española de la Universidad Católica, la autora dio clases durante 33 años en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Guayaquil. “Mi trabajo de largo aliento es allí”. En plazos más cortos ha colaborado en la Católica, en la Espol, en el ITAE y en el Liceo Panamericano, alrededor de una década en cada una de esas instituciones. Desde 2015 es profesora emérita de la Universidad de las Artes.
Durante otra década ha coordinado, también, los talleres de escritura del Teatro Centro de Arte, del que este año salió una recopilación de cuentos de las participantes. Ha enseñado redacción periodística, composición creativa, teoría y práctica lírica, taller de poesía, didácticas de la lengua y literatura en educación secundaria y superior. Fue columnista y entrevistadora de cultura en un par de medios locales. “Todo eso confluye para que yo genere mi propio universo”.
Es un mundo que marcha a su ritmo, pues observa que entre libro y libro suelen mediar cinco años, no porque se lo haya propuesto, sino porque la poesía ha fluido de esa manera. “Son los tiempos internos”. Pero eso ha cambiado con la llegada de los cuentos. “Me asombro de que ahora tenga publicaciones tan cercanas”, dice, pues apenas han pasado dos años desde su último título. (F)