Este libro es 99 % autobiográfico, según dice la ilustradora quiteña Anabel Llerena, quien decidió, a los 34 años, narrar su historial de relaciones rotas. Lo hizo con pocas palabras, mucho humor y coloridos dibujos de página completa.

Así debuta este año como autora en la novela La Cuca ilustrada, en la que narra su viaje desde su nacimiento hasta los ‘treinta’, reflejando la terapia de regresión que hizo durante tres años, luego de una ruptura especialmente dolorosa.

Publicidad

Pero este no es un libro sobre terapia, sino sobre la forma en que las relaciones de pareja están determinadas por las expectativas y los discursos sembrados desde la niñez. Llerena admite que tenía temor de liberarla y mostrar su vulnerabilidad (y la de sus exparejas), pero de todas maneras lo hizo, más tranquila porque la mayoría de ellos vieron las páginas en las que se los menciona antes del lanzamiento, que fue el pasado 15 de julio.

6/08/2023. Anabel Llerena es la autora de la novela gráfica 'La Cuca ilustrada'. LIBROS, CORTES�A Foto: El Universo

¿Cuánto es ficción y cuánto es biografía? “Yo creo que fueron solo algunos detallitos ficticios para ajustar el guion. Los ex y la terapia son reales, solo les cambié los nombres. Las anécdotas personales que cuento también son verdad, desde la educación y el bullying en mi infancia, todo eso me pasó”.

Publicidad

La Cuca ilustrada es un libro divertido, y el estilo de ilustración podría atraer tal vez a los adolescentes, pero la autora considera que no es para menores de edad. Si bien ‘Cuca’ podría ser un apodo de mujer en Ecuador, en otros países latinoamericanos se usa también como eufemismo para los genitales femeninos. Y en alguna página la artista se permite hacerle honor al título dibujando una vagina. “Quería un título que sea un poco explícito y directo, porque vas a ver ilustraciones de humor feminista”.


Las reacciones de la familia y los amigos, por suerte, han sido buenas. “Se matan de la risa. Además, muchos conocen las historias. Algunos familiares no han querido ver mucho”, admite, “porque sabe que se tocan temas sexuales, pero en general ha sido bueno. Todo el tiempo recibo mensajes por redes, y a la gente le gusta porque se siente conectada, es una historia cercana que habla de cosas que a todos nos han pasado, contadas de una manera muy ecuatoriana”.

Es cierto, en el libro abundan los ecuatorianismos y también las referencias a la cultura popular y a la música nacional; entre los héroes y acompañantes de los peores momentos de la Cuca están Tranzas y Aladino, pero también se pasea el experto en canciones de desamor José José. Es difícil no identificarse al menos en uno de esos momentos. Y aunque la autora dice que se tratan temas sexuales, gran parte de ese tópico está centrado en la desinformación, el miedo, el rechazo y la culpa ante lo desconocido que puede ser el sexo.

Ni venganza ni fracaso, el humor en La Cuca ilustrada

“Este no es un libro de la venganza”, dice Llerena en conversación con este Diario desde su casa en Quito. Cuenta que le mostró el borrador final a aquel ex por quien empezó a escribir la novela, y le pidió sus impresiones. “Hablo con cariño de él, nos llevamos superbién. Cada relación es importantísima porque todas pueden ser un aprendizaje, no un fracaso”.

Esta palabra, sin embargo, suele salpicar las conversaciones sobre el fin de un romance. Llerena propone en La Cuca ilustrada que no. “Nos enseñaron que las relaciones tenían que ser eternas, y todo lo que no fuera eterno era un fracaso. Y no lo es, es un aprendizaje, puedo seguir con mi vida, eso es un éxito”. ¿Qué aprendió la autora? “Me di cuenta de que no estaba llorando tanto por mi ex como por la idea de casarme, tener hijos y todas las cosas que me enseñaron, y que ahora veo que ni siquiera quería”.

Este sí es un relato sobre el camino que hizo Anabel para sanar. “Fui descubriendo y sanando cosas de mi niñez; a veces tenemos novios idénticos y no sabemos por qué son tan parecidos o por qué caemos en los mismos errores, y vienen de temas que están en el inconsciente, pero que se demuestran en todas nuestras decisiones”.

No es una crítica a quienes desean casarse y tener hijos al modelo tradicional. “Puede ser lo que mucha gente realmente quiere, pero hay que conocerse”.

Llerena posee los recursos de la ilustración y la escritura. ¿Qué hace alguien que no los tiene? “El arte me ha ayudado, pero creo que el autoconocimiento viene de hablar, mostrarse vulnerable, cuestionarse cosas, pensar y no bloquear. A veces terminamos con alguien y vamos enseguida a la siguiente relación porque no queremos vernos; si hay la oportunidad, ir a terapia”.

La Cuca ilustrada no es solo un libro, es un mensaje feminista que antes de ser papel ya existía en formato digital, en las viñetas que se publican en la cuenta de Instagram @lacuca_ilustrada. No está pensado en el formato cómic, sino en el de un guion de cine (Llerena estudió Dirección de Cine e Ilustración Editorial y es muralista). Pero también puede tomar forma de stand up comedy, como lo hizo en Chancho Itinerante Galería, el pasado 2 de agosto.

Aunque se lea en silencio, la novela tiene una banda sonora que resuena especialmente en la memoria de cualquier lector ecuatoriano. Es la música de la infancia y la adolescencia de la protagonista. “Aladino me encanta, pero creo que la canción principal sería La soledad, de Laura Pausini, que yo a los 6 años gritaba superdolida (Marcos se ha marchado para no volver), cuando ni siquiera estaba viviendo esas cosas”. Ahora se ríe al recordarlo. Como homenaje, le envió un libro a Douglas Bastidas (Tranzas), por ser parte de su adolescencia.

Llerena invita a sus lectores, hombres y mujeres, a conectarse con su novela desde la experiencia común de las relaciones pasadas, de las que no pueden salir o de las que salieron y no pueden superar. Pero también pueden simplemente relajarse y reírse. “Creo que no hemos tenido (en la literatura local) muchos referentes de una mujer ecuatoriana actual a sus treinta. La educación (tradicional) nos marcó muchísimo y es difícil salir de ahí o reinterpretar”.

La quiteña es también autora junto con su hermana Anahí del Manual del chuchaqui (2016), con ilustraciones de Álex Madrid. Recientemente colaboró con el libro infantil bilingüe ¡No sé qué ponerme!, de Salomé Egas, y en Desde el suelo hasta el cielo, de Andrea Costales. Y está preparando una serie de talleres de ilustración dirigidos a comunidades, con la Casa de la Cultura Ecuatoriana, núcleo Pichincha. (E)