Uno de los descubrimientos que da la lectura de Manvscrito de una corónica inconclvsa (Raúl Vallejo, Seix Barral, 2025) es encontrar en las primeras páginas los créditos, empezando por el título, que es un homenaje al cronista indígena peruano Felipe Guamán Poma de Ayala y su tratado Primer nueva corónica y buen gobierno, fechado entre 1614 y 1616.

Ese pie de página es también la oportunidad elegida por Vallejo para compartir su investigación, fuentes bibliográficas y también de hemerotecas. “Como, por ejemplo, las noticias y los textos del 15 de noviembre de 1922 o de los estudiantes de la Casona (Guayaquil, 1969) o del ingenio Aztra (1977)”.

No quiere dejar fuera la labor del investigador Segundo E. Moreno y su libro, que es un clásico sobre las sublevaciones indígenas en las colonias.

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Es apropiado que así sea, pues quien hace el tributo es el narrador y protagonista: el texto, que se presenta a sí mismo y nos cuenta su historia –que sigue desenvolviéndose y construyéndose– y la de sus escribientes, no como una memoria lineal, sino episódica. Nos lleva por donde le parece.

“Quiere ser una suerte de lo que se acostumbraba en la época, que era un memorial de agravio; como la crónica de Guamán Poma de Ayala, que es una larga carta al rey (Felipe III), en la que le da cuenta de todos los abusos que se han cometido durante el tiempo de la conquista”, dice el autor, confirmando que ha tomado la idea clásica del manuscrito encontrado, solo que lo ha convertido en personaje.

Este manuscrito, entonces, no es algo, sino alguien consciente de sí mismo y de sus colaboradores, los escribientes, los que le han dado continuidad desde el siglo XVI hasta el presente.

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“Es alguien que dice: ‘Yo me voy construyendo en la medida en que hay voces que en distintas épocas han ido contribuyendo a la escritura de mis páginas’. La idea fue armar una alegoría de la historia que requiere ser contada, narrada, expurgada”. Las voces que lo nutren, hombres y mujeres de distintos orígenes, forman un collage junto con otras fuentes de las cuales el Manvscrito es admirador. No tiene reparos en admitir su modesta condición frente a obras gigantescas como la del sacerdote riobambeño Juan de Velasco (1727-1792).

Es un texto que no esconde su tristeza, júbilo, indignación y también temor al fuego, al encierro, al olvido. No es un registro frío; es una versión contada desde la perspectiva de los escribientes. Como el primero de ellos, el soldado sevillano Juan Marchena, que en vez de narrar cómo fue la captura y muerte de Atahualpa se detiene en el hecho de que el inca aprendió a jugar ajedrez con tanta naturalidad que creó su propia jugada, el gambito de Atahualpa. Y mientras tanto, Marchena está viviendo su propia historia, un romance mestizo que se tuerce en tragedia, y que lo obliga a huir, abandonando el manuscrito hasta que otro lo encuentre y tome la posta.

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Raúl Vallejo (izquierda) junto con la académica Alicia Ortega y el historiador Guillermo Bustos, en la presentación de 'Manvscrito de una corónica inconclvsa', en Quito. FOTOS: Librería Española y Grupo Planeta Foto: Cortesía

También hay narradoras, como la joven Federica, amiga de poetas, admiradora de Dolores Veintimilla de Galindo y aportante al manuscrito con su testimonio del fusilamiento del líder indígena Fernando Daquilema (1872).

Y está la letra más reciente de Esperanza Batallas, escribiente en tiempos de pandemia, de protestas y manifestaciones, hasta que la historia que tanto busca le sucede a ella también. “Yo trato de ver de qué manera esos hechos están transformando la conciencia de los escribientes”, comparte Vallejo. “Eso ha implicado un trabajo de lenguaje que es una de las propuestas de la novela. Está basada en la historia, pero es un trabajo de literatura, y para mí es muy importante que cada escribiente hable el lenguaje de la época que le ha tocado atestiguar”.

Hay lenguaje similar al de las crónicas de Indias, al romanticismo, al realismo social, “y entre más nos acercamos a los contemporáneos, se asemejan a la crónica periodística”. Es un viaje del lenguaje a través del tiempo que exige del lector estar atento, que mantiene la curiosidad por saber si cada suceso y cada nombre es ficción o es real.

“Es necesario que la literatura tenga respeto por el lector y la lectora. Desde un principio uno tiene que imaginarse que son personas inteligentes que quieren entrar en el mundo del autor y entrar en diálogo con la propuesta”. Y también se nota el respeto por las letras, al ser un texto que se inscribe en la tradición literaria, con referencias a otros autores. “Que la literatura hable de literatura”.

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Y así como los escribientes, todo autor toma un riesgo. “Sí, tiene que ver con el uso de la palabra. Los escritores lo conocemos. Pero también está el riesgo de escribir un texto que siempre cuestiona al poder establecido. La mejor literatura es aquella que va a contracorriente del pensamiento oficial, sea este poder político, económico, eclesial, cultural. La literatura da una mirada distinta sobre lo que está normalizado”.

Manvscrito de vna corónica inconclvsa fue la novela ganadora del Premio Nacional de Literatura Miguel Riofrío 2024, y al ser consultado por la relevancia de estas distinciones, Vallejo opina que sería “maravilloso” que cada cantón del Ecuador tuviese un premio literario, y de todas las artes. “Esto motiva a la producción, a escribir; no tanto por el asunto económico”, observa, “pero creo que a los autores nos interesa la difusión, un conocimiento del público sobre nuestra literatura. Debería retomarse esa tradición”. Opina que los países cuya literatura encuentra mercado en casa tienen en común los premios literarios nacionales, regionales y municipales.

Sobre su Manvuscrito, se detiene antes de pensar si disfrutar sería la palabra correcta para su lectura. “A veces hay temas duros, que hacen que la lectura sea conmovedora, que sea un periodo de conmoción, y yo con esta novela quiero que mis lectores y mis lectoras se conmuevan y encuentren un lugar para todos estos escribientes en su corazón”. (F)