La pintoresca ciudad lacustre de Küsnacht, en Suiza, fue el espacio que escogió Tina Turner para pasar los últimos años de su vida y los últimos días antes de que se reportara su deceso el pasado 24 de mayo, en el castillo Chateau Algonquin, que alquiló con su esposo Erwin Bach hace 22 años.
A pesar de las enfermedades que en algún momento la arroparon, la artista de 83 años, vivió dichosa en sus últimos momentos, disfrutando de la cálida localidad por lo que se acostumbró a pasear en su Porche Cayenne.
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“Amable”, “modesta” y “educada”, así la recuerdan varios habitantes de la zona que tuvieron la oportunidad de cruzar palabras con quien se convirtió en un ícono de la música.
Pese a la fama que la alcanzó desde muy joven, Tina Turner se ganó el respeto y el cariño de esta localidad suiza, gracias a su trato cordial, así la describen quienes fueran sus vecinos por 26 años en una serie de testimonios que recoge Mail Online.
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Además de recordarla paseando en su auto por las pintorescas y estrechas calles, hay quienes rememoran que la artista tomó clases de yoga en un parque local cuando se mudó a Küsnacht, un lugar en el encontró una profunda paz después de una cruel juventud y un tormentoso primer matrimonio.
Otros testigos hablan de las visitas a Turner a una tienda de diseñador de Laredo, donde solía comprar calzado de marca italiana que costaban alrededor de 1000 francos suizos, unos 1100 dólares estadounidenses. También acudía a la ciudad para hacer sus compras de comida gourmet que ella misma seleccionaba a pesar de tener un mayordomo.
“Tina Turner vendría a la ciudad a hacer las compras a veces. Tenía un mayordomo, pero le gustaba ir ella misma, con su esposo Erwin”, mencionó el carnicero Benny Lang al medio británico.
Además, tenía un gusto especial por Moreira Gourmet House, un sitio donde encontraba salmón ahumado y trufas blancas, dos de sus comidas preferidas, según reveló Lang.
“Cuando vino a vivir aquí por primera vez, tomó yoga. Asistió a las clases que se impartían en el parque”, recordó otro habitante que solía verla.
A la artista también le gustaba ir al parque y sentarse junto al agua para disfrutar del tranquilo ambiente, mientras contemplaba las montañas cubiertas de nieve y saludaba amablemente a las personas que por allí paseaban con sus mascotas.
Definitivamente había encontrado el lugar de sus sueños, su verdadero hogar, donde podía pasear con su esposo por las calles de manera relajada y felices.
“La gente rica vive su vida en paz aquí”, mencionó un residente a Mail Online en referencia a Küsnacht, la ciudad ubicada a poca distancia de Zúrich, y en la que Tina Turner expiró su último aliento a los 83 años. (E)
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