Gran nombre para una cafetería de catedral. Al entrar, en un cartel se lee la frase del apóstol: “Qué bien estamos aquí (Mt 17, 4)″, y es verdad. Esta es una hermosa cafetería dentro de la estructura de la Catedral de Guayaquil, en plena esquina de las calles Chimborazo y 10 de Agosto.
Este para mí ha sido siempre uno de los puntos más bonitos de la ciudad. En casi todas las esquinas de la cuadra que compone este complejo hay preciosos edificios de arquitectura neoclásica, como El Telégrafo, o andaluces, recordando un pasado de Guayaquil en el que este era uno de sus puntos vibrantes.
Nos sentamos, un grupo grande, en Divino Café para un lunch ligero y rápido, luego de ordenar algunos sánduches, humitas, hayacas, un típico pastel de carne —como los que eran comunes hace algunas décadas en este tipo de sitios—, algún dulce y, por supuesto, varios cafés. Decidimos una comida ligera, pese a que la carta tiene también espagueti, lasaña y otros platos fuertes, así como tigrillos, bolones y otros platos más acordes a un desayuno o un brunch.
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Nos sorprendieron sus precios, por demás competitivos para una cafetería bien puesta. Pero lo más interesante fue no necesariamente lo que comimos, sino la experiencia en la Catedral, que ha pasado por un proceso importante de renovación y que, según lo que nos supieron explicar los guías, está a medio camino. Se ha habilitado un paseo guiado en las alturas para poder observar desde dentro, desde su bóveda, los vitrales, otrora mustios y olvidados.
El Sagrario es utilizado para presentar exhibiciones sacras itinerantes, como “El Belén mágico”, que estuvo en Navidad, y ahora “El hombre de la sábana”, a propósito de la Semana Santa, recreando en tamaño natural varias estaciones de la pasión, incluyendo la crucifixión, en tamaño real, así como el santo sepulcro —impactante— y una reproducción del sudario de Turín con su explicación. El proyecto de renovación total incluye para el futuro un paseo por las cúpulas y un rooftop con una vista privilegiada al parque de las Iguanas.
En toda ciudad occidental, la catedral no es solo un espacio de devoción, es también parte de la historia de la urbe, de su cultura y, por lo tanto, de su identidad, por no decir que es un punto de atracción turística.
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Nos quedamos encantados con lo que está pasando en la Catedral, atmósfera que se respira desde Divino Café, en el cual el transeúnte puede disfrutar de un buen desayuno, un brunch, un almuerzo ligero o un buen café con las campanadas de las cinco de la tarde, a excelentes precios. Desde una de sus mesas, luego de un apetitoso almuerzo, se puede observar, disfrutando un buen expreso, la vista del parque Seminario y su edificio esquinero, verde, con chazas, esas ventanas de madera talladas con balcones de hierro forjado típicos de la arquitectura colonial. Una experiencia para disfrutar la ciudad. (O)