A inicios del siglo pasado, una ola de mestizos campesinos provenientes del Litoral, conocidos como “montuvios”, llegaron a Guayaquil, ciudad que los recibió como parte de su fuerza de trabajo y actores sociales y económicos. Pero luego, el crecimiento de la urbe los invisibilizó mientras se profundizaban sus desencuentros con los citadinos.