Las letras ecuatorianas se visten de luto, en Matavilela lloran a cántaros porque su creador Jorge Velasco Mackenzie ha partido del plano terrenal, de ese mismo al que entregó historias de amor, desamor, venganza, traición y olvido; aunque Guayaquil nunca fue su olvido. Los rincones pestilentes de la ciudad que lo vio nacer, crecer, luchar -y hoy irse- siempre estuvieron en sus historias para hablar sobre lo sórdido y lo marginal.