Los 444 escalones que había que subir para el concierto del bicentenario valieron la pena. Cerca de las 16:00, en el faro ubicado en el cerro Santa Ana, estaban un poco más de una veintena de músicos de la Orquesta Filarmónica de Guayaquil afinando sus instrumentos. Violines, trompetas, flautas, trompa y más. Las notas subían al cielo grisáceo que combinaba con las sillas revestidas de una tela blanca para el reducido número de invitados.