Desde The duellists, su primer filme en ser estrenado (1977), el cineasta Ridley Scott ya evidenciaba su fascinación por el emperador francés Napoleón Bonaparte. La trama de la cinta, que ganó como best debut film en el Festival de Cannes de ese año, se desarrollaba en la era napoleónica.
“Creo que el público se sigue fascinando con Napoleón a causa de su complicada personalidad”, comenta el director, de 85 años. “Su vida no puede definirse de una sola manera. Puedes leer una biografía para saber qué ocurrió, pero lo que me interesa como realizador es su carácter, aquello que nos lleva más allá de la historia y que nos adentra en su mente”.
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Para Scott, recordado por Gladiador (2000), el ascenso meteórico de un genio militar y la oportunidad de mostrar su dualidad y su psicología constituyeron una idea que finalmente decidió llevar al cine. “Me inclino por el drama histórico, porque la historia es tremendamente interesante”, agrega. “Lo napoleónico marca el comienzo de la historia moderna. Él cambió el mundo y reescribió el reglamento”.
Hasta ahora, solo otro director se había atrevido a hablar sobre Napoleón: Stanley Kubrick (La naranja mecánica). Sin embargo, su proyecto nunca finalizó, y ahora se rumora que será Steven Spielberg quien lo rescatará en formato de miniserie.
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Napoleón, que se estrenó en Ecuador este jueves, 23 de noviembre, reúne al director con el actor Joaquin Phoenix, quien interpretó al tirano emperador Cómodo en Gladiador.
Cuando Scott volvió a ver a su excolaborador en Joker (2019), recordó su gran talento y enseguida supo que sería perfecto para protagonizar su nueva cinta. “Lo vi en pantalla y todos esos recuerdos me inundaron: la manera como trabajamos en Gladiador, el viaje que él mismo emprendió con la interpretación de su personaje, y pensé: ‘Ahí está Napoleón’”, recuerda.
Phoenix de inmediato se puso en manos de Scott, quien además les permite explorar su papel libremente en el set. “Lo que más me gusta es no tener todo configurado de antemano en mi mente. Siempre quiero contar con distintas posibilidades, día tras día”, explica el actor ganador del Óscar en 2020. “Ridley no solo permite dicho proceso: lo fomenta; quiere que te conduzcas tan libremente como el personaje lo haría”.
Con Phoenix a bordo, resultaba imperativo hallar una actriz ajustada a la tenacidad y ambición de Josefina, la obsesión amorosa del emperador.
Vanessa Kirby (The Crown) interpretó el papel con sensualidad y confianza, pero lo mejor de ella es su humor. Tiene un gran sentido del humor y un sentido natural e intuitivo del momento más oportuno, y esto la diferenció y la convirtió en una contraparte llamativa e interesante para Joaquin”.
También es una historia de amor
Desde las primeras reuniones de producción quedó claro que el director tenía en mente una película épica y de acción, pero a la vez una historia de amor entre Napoleón y Josefina.
Implacable en el campo de batalla, tirano en su país, pero asimismo un libertador que provenía de una vida de escasez y una de las primeras figuras históricas en saber mostrar que el talento para el liderazgo no pertenece a una sola clase social, el éxito de Napoleón en la guerra se ha transformado en leyenda.
Pero lejos de la guerra, su obsesión por Josefina —su amante, su esposa, su emperatriz— definiría su vida tanto como cualquier encuentro bélico.
“Ridley se permite cierta licencia poética, pero el trasfondo es verídico”, comenta el productor Kevin Walsh. “Investigamos mucho al lado de los historiadores y de nuestros escritores, gente que supo profundizar lo suficiente como para conferir autenticidad a esta producción”.
Pero más que ello, Napoleón constituía un personaje fascinante para una película, porque —como le ocurre a la mayoría de las personas— fue prisionero de su propio corazón y de sus emociones.
“Además de ser un estratega incomparable, un político maravilloso, intuitivo e incluso despiadado…, me fascina el hecho de que un hombre como este —que está a punto de tomar posesión de Moscú— pudiera obsesionarse con la vida de su esposa en París”.