En Ciudad Elementos conviven pacíficamente y en armonía residentes de fuego, agua, tierra y aire, pero hay algunas familias que prefieren ser leales a sus tradiciones y no mezclarse con sus contrarios, porque ¿qué futuro podrían tener el fuego y el agua si intentan juntarse?
Contra toda lógica física, ese es precisamente el marco para la historia de amor que presenta la película Elementos, dirigida por Peter Sohn (Ratatouille, Monsters University) y que estrena en Ecuador este jueves 22 de junio. Su estreno mundial tuvo lugar a finales de mayo, cuando la cinta cerró la edición 76 del Festival Internacional de Cine de Cannes (Francia).
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Para su director, se trata de una historia muy personal, pues él mismo experimentó lo que significa enamorarse y casarse con alguien a quien su familia no aprobó en primer lugar. “Yo soy coreano y mi esposa es estadounidense, mitad italiana. Al principio no les conté a mis padres de la relación porque ellos, que son un poco chapados a la antigua, querían que me casara con una coreana. Lo que me dijo mi abuela antes de morir fue, literalmente: ‘Cásate con una coreana’”, comentó.
En Elementos, ese conflicto amoroso y cultural se inicia cuando Ember Lumen (con la voz de Leah Lewis), cuyos padres emigraron de Fuegolandia a Ciudad Elementos, conoce al chico de agua Wade Ripple (Mamoudou Athie). “Al principio, Ember desdeña la ciudad, pero Wade la ayuda poco a poco a enamorarse de todo lo que la ciudad tiene para ofrecer. Veremos maneras en las que ella va conociendo la ciudad y que son muy típicas de mis comedias favoritas”.
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“Nos encantó la idea de que Wade cumpliera dos roles para Ember”, continúa explicando Sohn. “El primero es que representa un lugar seguro para ella, porque no juzga, y también un personaje espejo. En muchos sentidos, Wade fue creado para ayudar a Ember a verse a sí misma. No está allí para enseñarle nada ni para guiarla, sino que funciona como un espejo en el que Ember puede ver una nueva versión de sí misma”.
Denise Ream, productora, destaca además la carga familiar y cultural que pesa sobre la trama, siempre de una forma cómica. “Es una comedia muy emotiva, una historia sobre relaciones, entre fuego y agua, entre padres e hijos, y entre todos nosotros y nuestros vecinos, que pueden tener un aspecto diferente al nuestro. Es en parte una comedia, en parte un periplo familiar y en parte un choque de culturas”.
Y, para que sus personajes logren capturar la esencia de lo que significa el porvenir de una nación extranjera, el equipo reunió a cientos de inmigrantes de Pixar para intercambiar sus experiencias personales. “La mayoría de nosotros, estemos donde estemos, provenimos de otro lugar. Hay muchísimas historias emotivas sobre lo que la gente atravesó para venir aquí, sobre la experiencia de sus familias”.
El siguiente desafío creativo fue descifrar cómo animar y representar a sus personajes con las propiedades de cada elemento. Sohn les dio algunas indicaciones muy claras: Ember es fuego, no está prendida fuego, y Wade, naturalmente, es agua, no un recipiente que contiene agua. Ninguno de los personajes tendría un esqueleto virtual, pero debían poder moverse y, más difícil aún, exteriorizar sentimientos de una manera creíble y atractiva, permitiendo que el público se conectara con ellos.
Pero los personajes no brillarían sin tener el escenario adecuado: Ciudad Elementos, que fue pensada desde sus bases históricas para esta ficción: la primera comunidad que llegó fue la del agua, y esa es la infraestructura básica de la ciudad. El grupo siguiente fue tierra, y entonces la ciudad está construida sobre un delta en donde se encuentran el agua con la tierra. Luego vino el aire y después el fuego.
“Lo anterior tiene dos puntos de vista: Ciudad Elementos representa un obstáculo para Ember, ya que su infraestructura acuática hace que sea difícil para un elemento de fuego, pero también le revela una belleza que no conocía y una oportunidad”.