Desde una bucólica tienda de comestibles rural hasta campos de batalla ficticios y bases de robots guerreros, los artesanos taiwaneses elaboran con sumo cuidado unos mundos en miniatura que combinan realidad y fantasía.
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Cuando no diseña interiores, Hank Cheng, de 51 años, pasa el tiempo creando maquetas con todo lujo de detalles.
Desde una bucólica tienda de comestibles rural hasta campos de batalla ficticios y bases de robots guerreros, los artesanos taiwaneses elaboran con sumo cuidado unos mundos en miniatura que combinan realidad y fantasía.
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